domingo, 24 de marzo de 2024

Ofrenda y sacrificio a Dios

 

Ofrenda y sacrificio a Dios


“Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante.” Efesios 5:1-2

Pasa por nuestra mente de manera constante la intención de agradar a Dios, y muchas veces en esta búsqueda intelectual de poder lograrlo, vienen a nuestra mente ideas como: presentar ofrendas fruto de nuestro esfuerzo, abstenernos de algunas cosas o alimentos o quizás dar un duro trato a nuestro cuerpo, pues creemos que, con estos sacrificios, Dios se agradará y nos aprobará. Sin embargo, como dice Colosenses 2:23 y hebreos 13:9, aunque esto puede parecer sabio y humilde, realmente en nada nos beneficia. No obstante, es necesario decir que el Señor sí pide ofrendas y sacrificios de nuestra parte, pero son totalmente contrarios a los que nosotros pensamos.

De un lado, nosotros nos concentramos en nuestros propios esfuerzos, en realizar de manera esforzada e independiente actos que pensamos pueden ser sabios y de agrado para Dios. Pero, por otro lado, tenemos el pensamiento de Dios, que nos dice que nos concentremos en Cristo, que nos arraiguemos en nuestra identidad de hijos de Dios y que así como hijos amados, obremos por amor. La verdad es que Dios nos ama y por medio del sacrificio de Jesucristo somos aceptados delante de Él, entonces lo que Dios ahora nos pide es que de la misma manera en que Cristo nos amó y se entregó él mismo por nosotros, nosotros también en amor nos entreguemos por completo a Él.

Básicamente esos sacrificios y ofrendas que Dios quiere que por medio de Jesucristo le presentemos, es nuestra propia vida en adoración a Él, unos labios que confiesan su nombre y en general un cuerpo que presente cada uno de sus miembros ya no para el pecado, sino ahora para servirlo y alabarlo (Romanos 12:1, hebreos 13:15, Romanos 6:13). Así que, queridos hermanos, esforcémonos, pero por permanecer en Cristo, para que arraigados y cimentados en amor, agrademos a Dios siguiendo su voluntad.  Oración.

«Padre, realmente no hay nada que yo pueda hacer para merecer tu amor, sino que, ha sido Cristo quien todo lo hizo, y hoy te alabo y te bendigo porque gracias a tu favor inmerecido a través de Él, puedo estar aquí delante de ti presentando mi vida en servicio y adoración como ofrenda y sacrificio a ti, mi Dios, amén.