lunes, 6 de noviembre de 2023

¡Reconozco tu voz!

 

¡Reconozco tu voz!


“Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.” 1 Samuel 3:8-9

«Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,» Juan 10:27

Cuando pensamos en Samuel seguramente lo imaginamos en su época de madurez espiritual y quizá recordaremos muy poco su comienzo. La biblia nos menciona, en 1 Samuel 3:7, que cuando Samuel era joven “no había conocido a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada”, por tal motivo, vemos cómo al ser llamado en diversas ocasiones por Dios, este piensa que quien lo ha hecho es Elí; sin embargo, vemos como Elí, un hombre maduro en la fe, es el que logra entender que la voz que ha escuchado Samuel es la de Jehová, por eso, es él el encargado de enseñarle a este jóven la manera en la que debe responderle al Señor una vez vuelva a escuchar su llamado.

Dios ha utilizado a hombres y mujeres maduros en la fe como su instrumento para enseñarnos a nosotros los creyentes a aprender no solo a reconocer la voz del Señor, sino también a seguirle (Juan 10:27), pero para poder hacerlo necesitamos cerciorarnos de que a quien estamos siguiendo es a Jesús nuestro Pastor, pues hoy en día, ante tanto ruido al que estamos expuestos, resulta difícil distinguir la voz de nuestro Señor. Por esta razón Jesús nos revela la clave para poder reconocerle de manera sencilla, la cual es: una relación personal de amor con Él; pregúntate ¿cómo en medio de tantas voces que puedes escuchar en algún lugar puedes identificar: la de tus padres, hijos, pareja, amigos, entre otras?; necesitas haber pasado mucho tiempo con estas personas para reconocerles con tan solo oír su voz. De la misma manera sucede con el Señor, pues a medida que pasamos mayor tiempo con Él, en intimidad (orando) y meditando en su palabra, el Espíritu Santo nos lleva a reconocer fácilmente la voz de nuestro Señor (Juan 14:26) y claramente es Él quien además nos impulsa a seguirle, como lo hizo Samuel.

Samuel, al crecer y madurar en la fe, ya no necesitaba que Elí o alguien más le dijera qué sonido tenía la voz de Dios, pues él por experiencia propia, dado a su intimidad con el Señor, podía reconocerle fácilmente. Lo mismo quiere el Señor con nosotros, que maduremos espiritualmente, cultivemos una mayor intimidad con Él y aprendamos a reconocer su voz, para posterior a ello obedecerle.   Oración.

«Padre, tu voz es un silbo apacible y delicado que, al escucharlo, trae paz a mi vida en medio de tanto caos. ¡Cuán hermoso y reconfortante es escucharte!   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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