lunes, 1 de agosto de 2022

Amar, enseñar y servir

 


Amar, enseñar y servir

“A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” Efesios 4:12-14.

Dios quiere perfeccionarnos para que su obra, su plan de salvación, se siga ejecutando; por lo tanto, nuestra edificación es fundamental para dejar de ser niños espirituales y convertirnos en hombres y mujeres que, por la fe y el conocimiento del Hijo de Dios, podamos estar a la medida de la estatura de Cristo. Ser conscientes de cómo crecer espiritualmente y edificar nuestras vidas nos permitirá ser intencionales en los pasos que debemos dar para dejar de ser niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina.

Al estudiar los evangelios, podemos ver tres pilares fundamentales en la vida de Cristo, que nos servirán de guía para dar pasos hacia nuestra propia madurez espiritual: el amar, el enseñar y el servir. Primero, la vida de Jesús siempre estuvo basada en el amor, todo lo hacía por amor; su obediencia demostró su amor al Padre y su muerte en la cruz por los pecadores demostró su amor al prójimo. Segundo, su vida ministerial nos muestra que siempre estuvo dispuesto a enseñar, a transmitir la verdad de Dios; su enseñanza tenía coherencia, lo que predicaba lo practicaba, por eso tenía discípulos, Él hacía discípulos para que luego ellos también enseñaran a otros las verdades de Dios. Y tercero, tenía una vida de servicio; siempre estaba buscando ayudar al prójimo, servía predicando las buenas nuevas de salvación, el año agradable del Señor, sanando enfermos, liberando endemoniados, llevando a los pecadores al arrepentimiento.

Amar a Dios y al prójimo debe ser el centro de nuestra vida; Enseñar a ser discípulos de Jesús, siendo nosotros sus discípulos, debe ser nuestro propósito; y Servir a Dios como instrumentos de salvación, mediante la evangelización, debe ser nuestra misión. Si con la ayuda del Espíritu Santo vamos dando pasos para amar, enseñar y servir, llegaremos a esa medida de la estatura de Cristo, de un varón perfecto.   Oración.

«Padre amado, permíteme crecer a la estatura de tu amado Hijo Jesús; que tu Santo Espíritu me lleve a esa relación de amor contigo, que me permita amarte con todo mi ser y me lleve a amar al prójimo como Cristo lo hace, enseñándoles tus verdades y sirviendo como un instrumento de salvación. En el nombre de Jesús, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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