sábado, 13 de marzo de 2021

El amor es de Dios

 

El amor es de Dios


«Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros» 1 Juan 4:7-12

Dios nos creó para amarlo a Él y amar a los demás, pues todos anhelamos amar y ser amados, desde el bebé que duerme plácido en los brazos de su madre hasta el anciano solitario que espera con ansias la visita de sus hijos; todos tenemos una necesidad innata de sabernos importantes, valiosos y amados.

La Biblia nos habla mucho sobre el amor y leímos claramente que Dios es amor y en Él encontramos el supremo ejemplo de amor incondicional. En 1ª Corintios 13:4-8a vemos cómo debe ser y cómo no debe ser el amor: «El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser».

Dios nos amó primero y eso nos da la capacidad de amar a los demás con ese mismo amor, pues Dios mostró todo su amor al enviar a Jesucristo a la tierra para morir por nosotros; allí en la cruz del calvario hubo un derroche de amor que nos abrió el camino al cielo, nos tomó Jesucristo en sus brazos y nos puso en el regazo del Padre, sin mirar cuan manchados estábamos.

Ahora, humanamente hablando, nos puede parecer imposible amar como Dios ama o encontrar a alguien que nos ame de esa manera, pero el amor genuino no está basado en los sentimientos sino en la decisión de amar de forma incondicional. Pero ¿Cómo lograrlo?, la respuesta es: recibiendo ese amor. Cuando experimentamos el amor ilimitado de Dios, su perdón, su ternura y su cuidado, la llama de ese amor comienza a encenderse en nuestro corazón y surge en nosotros la gracia de amar a los demás de la misma forma, pues Dios es el único que nos da la capacidad de amar con tanta bondad y entrañable misericordia.

Cuando permitimos que el amor de Dios llene nuestro ser, reflejamos su carácter en nuestras relaciones con los demás. No podemos dar lo que no tenemos. Por eso, para poder dar amor verdadero necesitamos recibirlo primero. Hoy puede ser un buen momento para abrir el corazón y recibir su gran amor, ese perfecto amor que transformará nuestras vidas.  Oración.

«Padre Bueno, lleno de incomparable amor y de benignidad, rindo mi vida delante de ti, me entrego en sacrificio vivo, anulando todo egoísmo, deseo del mundo y sus placeres, pues quiero disfrutar, beber y saciarme en la fuente de tu amor, para con ese mismo amor amar a los que me rodean y más aún amar a los que me desprecian. Te ruego, inúndame y sedúceme Señor con tus cuerdas de amor eterno, como solo Tú lo haces. Te amo con mi corazón, mi alma y todo mi ser. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.