lunes, 13 de junio de 2022

Si crees verás la gloria de Dios

 

Si crees verás la gloria de Dios


“Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarle; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. Mas también sé ahora que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará. Jesús le dijo: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero. Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: Sí, Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo.”, Juan 11:20-27

Las Escrituras nos revelan la amistad que tanto Marta, María y Lázaro tenían con Jesús, y es que tal era su cercanía que vemos cómo la palabra nos menciona que el Señor les amaba (Juan 11:5). Y al leer esto seguramente se pasará por nuestra mente, pero si Jesús les amaba ¿por qué no corrió al llamado de Marta y María cuando le solicitaban? Porque su llamado era de vida o muerte, pero vemos que lo que el Señor decide hacer no es ir a Betania, sino, quedarse dos días más en el lugar donde se encontraba. Y dirás, qué identificado me siento con este relato pues ¿cuántas veces he clamado a Dios por una respuesta, y al igual que Marta y María, he quedado a la espera y no llega? Tal vez en nuestro caso han sido no solo días, sino meses, años de espera.

Pero cuando al fin llega ¿cómo reaccionamos? ¿Como Marta o María? Saldríamos corriendo a los brazos de Jesús con un reclamo preparado o ahogados en llanto diciendo: “Señor, si hubieras estado aquí” cuando te llamé, cuando te necesité, no estaría pasando esto, has llegado demasiado tarde.

O tal vez, ¿ya no reaccionamos? Pues como Lázaro, en nosotros ya no hay llanto, ni dolor, más bien pequeñas tumbas en donde están encerradas nuestras emociones, pues ya toda esperanza está como muerta.

Sin embargo, con cualquiera de estos tres personajes que nos identifiquemos, lo primero que quiere recordarnos Dios es que Él nos ama; así como Jesús manifestó que amó a Marta, a María y a Lázaro; Él nos lo manifiesta a nosotros, más que con palabras, con su gran acto de amor (Juan 3:16). Y podemos no solo decir que nos ama, sino también que está en y con nosotros, pues Él no nos ha dejado huérfanos (Juan 14:16-18). ¿Y por qué es importante tenerlo presente? Porque al igual que Jesús estuvo con María y su hermana en medio de la tristeza, entendiendo su dolor, llorando con ella; así mismo lo hace con nosotros, comprende nuestra difícil situación, pero no nos deja sumergirnos en la tristeza, pues con su palabra siempre nos recuerda que debemos recobrar el ánimo: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia” Isaías 41:10.

Y aun cuando nuestras emociones nos digan que debemos dejar morir toda esperanza, el Señor nos trae a la memoria su palabra pues quiere que nuestra vida sea reconfortada y que tengamos viva nuestra esperanza en Él: “Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová” Salmos 27:13-14.

Hermanos, hoy Dios nos quiere recordar que el Señor no ha retardado su respuesta, ni sus promesas, solo está probando nuestra fe, pues quiere que permanezcamos firmes en Él; independientemente si ha llegado o no una respuesta; pues es solo por fe que veremos la gloria de Dios.  Oración.

«Padre, hoy entiendo que tú has estado en todo momento conmigo, que eres fiel con tus promesas cuando me dices que nunca me dejarás, ni me abandonarás y que siempre me sustentarás con la diestra de tu justicia. Gracias Dios por tu fidelidad, por sujetarme con tu mano poderosa en medio de la dificultad. Ayúdame a permanecer siempre firme en fe, a no desfallecer y a esperar pacientemente en ti. En el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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