jueves, 29 de febrero de 2024

Palabras corrompidas

 Palabras corrompidas


“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes”, Efesios 4:29.
“Hermanos, si alguno fuere sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado”, Gálatas 6:1.
Lo que somos luego de que recibimos a Cristo no está determinado por nuestro esfuerzo o excelente comportamiento, sino por lo que hizo Jesús en la cruz. Por medio de la fe en él, es realizado un cambio interior que se extiende hacia el exterior. ¿Acaso puede un árbol dar buen fruto si está dañado por dentro? (Mateo 7:17-19).
Lo que sucedió en nosotros por obra del Espíritu de Dios y al permanecer en Cristo nos permite manifestar una evidencia real de cambio, al dar fruto abundante (Juan 15:3-5).
Pero este fruto no se cosecha de la noche a la mañana, el Señor ha provisto pastores y maestros en la congregación de creyentes para instruirnos y edificarnos mutuamente en amor (Efesios 4:11), y este amor empieza a transformar cada día más lo que creemos, pensamos y finalmente lo que hacemos, recogiendo así el fruto esperado y evidenciando con nuestras obras que Cristo está en nosotros.
Pero lastimosamente muchas veces vemos a un hermano pasar por una dificultad o caer en pecado, o mostrando los defectos que todos de una u otra forma tenemos y lo primero que viene a nuestra mente es acusarlo y condenarlo. Decimos frases valientes como ‘parece que necesitas orar más’ o ‘seguramente tu relación con Dios está muy debilitada’. Nuestra salvación y nuestra vida Cristiana no está sustentada en nuestro esfuerzo personal o por nuestra propia voluntad o incluso en nuestras propias obras de justicia, sino solamente en la fe.
Gloria a Dios por Jesucristo, pues ninguna condenación hay para nosotros porque estamos en él y él en nosotros. Lo que debemos hacer es orar por ese hermano y buscar en la Palabra de Dios cómo podemos corregirlo con amor, buscando animarlo y edificando el carácter de Cristo en él; como dice uno de los versículos de hoy “con espíritu de mansedumbre” y esto se refiere a un fruto del Espíritu Santo que debe tener quien busca edificar a otro hermano.
Pensemos bien qué palabras estamos usando ya que las palabras de gracia buscarán que el creyente recuerde su posición en Cristo, que viva como hijo en una relación donde el amor del Padre lo sustente y lo motive a dejar malos comportamientos (Romanos 6:13-14). Oración.
«Quita de mí Señor toda palabra corrompida que ataque la identidad de mi hermano y atente contra su fe, dame palabras guiadas por tu Espíritu llenas de verdad, amor, ánimo y de toda palabra que sea buena para la necesaria edificación de mis hermanos, en el nombre de Jesús. Amén.