viernes, 12 de enero de 2024

Aunque la higuera no florezca

 


Aunque la higuera no florezca

“Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales;  con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.  Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.”, Habacuc 3:17-19

Este versículo inicia describiéndonos una situación de devastación total donde las principales fuentes de trabajo y sustento de Israel como son la higuera, la vid, el olivo, las tierras y los diferentes tipos de ganado han quedado reducidas a nada, en contraste de este panorama de destrucción vemos también la asombrosa reacción del profeta Habacuc: “Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación”. Aun cuando todo esté perdido él exclama “Jehová el Señor es mi fortaleza”.

star en situaciones como estas no es algo que deseemos, sin embargo, inevitablemente el día malo (la adversidad) puede tocar a nuestra puerta en cualquier momento. Para los cristianos es un hecho real que tendremos que enfrentarnos a diversas circunstancias que pondrán a prueba nuestra fe, el consejo bíblico nos dice: “Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes” Efesios 6:13

Cuando aspiramos a escalar una gran montaña, nuestro entrenamiento físico y mental debe corresponder con la dificultad a la que nos enfrentemos. Necesitamos desarrollar fuerza, potencia y resistencia o de lo contrario desfalleceremos antes de ver la cima. Los planes de Dios para nuestra vida son más altos que las montañas que podamos imaginar y prepararnos para alcanzarlos implica determinación y esfuerzo, esta preparación es en realidad un proceso amoroso por medio del cual nuestro Padre Celestial “hace nuestros pies como de ciervas, y en nuestras alturas nos hace andar.”

Como Habacuc vistámonos de la armadura de Dios (Efesios 6: 14-18), entonces como las cabras montesas estaremos preparados para enfrentar y superar cualquier montaña sin importar cuán grande o peñascosa ésta sea.  Oración.

«Señor mi Dios ayúdame a estar firme en el día malo, no permitas que las dificultades empañen mi fe, concédeme la gracia de alegrarme y gozarme en ti mi Dios, mi único salvador. Que mis pies sean tan fuertes y resistentes que no pueda rendirme ni tropezar. Amén.