lunes, 23 de octubre de 2023

Sublime gracia

 

Sublime gracia


“Pasando Jesús de allí, vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y se levantó y le siguió”. Mateo 9:9

“Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento”. Lucas 5:30-32

Mateo era un recaudador de impuestos, los recaudadores eran odiados socialmente por su fama de ladrones y embusteros. En la sociedad judía en tiempos de Jesús, un publicano estaba en la misma clase social que una prostituta, no se le permitía la entrada a la sinagoga e incluso se consideraba traidor de su nación por recolectar dinero para el imperio romano.

Lo increíble del llamamiento de Mateo es que siguió a Jesús al instante, ya tenía una predisposición en su corazón frente al llamado y no dudó en seguirlo. Como todos nosotros antes de conocer de Cristo, su corazón estaba lastimado por el pecado y por el rechazo de la gente, pero encontró refugio estudiando las Escrituras del Antiguo Testamento, esperando como muchos en ese tiempo, al mesías prometido. Al encontrarse con Jesús no vaciló en reconocer que era el Mesías esperado y el hecho de que lo hubiera invitado a seguirlo significaba que era perdonado de lo que una vez fue, su conversión fue tan radical que dejó su antigua vida para siempre. Su convicción sobre Jesús fue tan clara que inmediatamente invitó a sus amigos publicanos a un gran banquete para que conocieran a Jesús y poder compartir con ellos su experiencia espiritual.

Mateo es la viva prueba de que Dios no hace acepción de personas y que Él puede usar al más quebrantado y al más pecador, porque Jesús escoge a quien nadie mira y transforma su vida, quizás podemos identificarnos un poco con Mateo y entender lo que dice 1 Corintios 1:27-29 “sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia”. No debemos envanecernos sino siempre recordar de dónde nos sacó el Señor.

Esa es la naturaleza de nuestro amado Dios, se sienta a la mesa con el más vil y despreciado, con el más enfermo y rechazado; cosas que nunca pudieron entender los fariseos y escribas por eso juzgaron mal a Jesús porque se sentaba a comer con pecadores. Si te has sentido indigno de la gracia de Dios, si estás en el fondo del abismo por el pecado y piensas que no puedes salir de ahí, mira a Jesús, Él nos llama y escoge no por ser justos, sino por ser pecadores y todos necesitamos de su gracia infinita, Dios quiere trabajar en nuestros corazones, quiere perfeccionar su obra en nosotros porque Él viene a deshacerse de lo que somos y transformarnos en lo que Él quiere que seamos, Él quiere mostrar su gloria en cada uno de nosotros, ¡nuestro Dios es digno de toda la honra y gloria!    Oración.

«Amado Señor, te doy gracias por lo increíblemente maravilloso que eres, porque me amas y me aceptas como soy, gracias por tu sangre derramada en la cruz por mí, esa gracia me alcanzó y me dice que ya no estoy sujeto al pecado, sino que soy libre, que he sido restaurado para hablar a otros de tu inmenso amor. En el nombre de Jesús, amén.     Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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