jueves, 1 de agosto de 2019

MUÉSTRAME TU GLORIA

MUÉSTRAME TU GLORIA
“El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá”, Éxodo 33:18
"La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto", Salmo 25:14
En Éxodo 33, Dios le habló a Moisés cara a cara como se le habla a un compañero. Le dijo que había hallado gracia ante sus ojos y que su presencia iría con él a donde fuera. Como resultado de esa cercanía con Dios, de esa conversación entre amigos, Moisés le pide que le deje ver su gloria, un pedido humanamente inaccesible pues ante la gloria de Dios ningún ser humano puede sostenerse. Moisés no quiso conformarse sólo con la gracia y el favor de Dios, él quiso más, era tal el grado de confianza que tenía que se atrevió a decirle: “te ruego que me muestres tu gloria”. ¡Qué nivel de intimidad con el Padre celestial!
Dios sabía que Moisés no podía verlo y sobrevivir a su presencia, por eso le pide que se esconda en la hendidura de la peña mientras Él lo cubre con su mano, porque va a mostrarle sólo un pálido destello de lo que Él es.
Cuántos podemos entender que esa roca representaría a Jesús y esa hendidura son las heridas de su cuerpo en la cruz y que no hay manera de poder ver la gloria de Dios sino estamos escondidos en Cristo. Colosenses 3:3 “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. Podemos entrar a su presencia divina sólo por la sangre de Cristo que nos hizo justos y santos delante de Él, de otra manera seríamos consumidos.
Dios no manifestó su poder delante de Moisés con fuego, ni partió la roca en dos, ni le mostró los lugares ocultos a sus ojos, cuando le mostró su gloria le dijo: “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti” en otras palabras le reveló quien era, la naturaleza de su corazón, le mostró cómo sentía, cómo pensaba. Que era Jehová fuerte, grande y temible, pero también misericordioso y amoroso. Mostrar su gloria fue hacer un despliegue de todos los atributos de su corazón.
Quizás nuestro rostro no brillará como el de Moisés cada vez que salgamos de su presencia, pero tenemos la oportunidad de brillar con la gloria de Dios si vivimos en una estrecha relación con Él y nuestro espíritu puede alumbrar a otros con la luz de Cristo cuando vivimos como Él, porque el Espíritu Santo dentro de nosotros causa esa gloria. Cuando estamos en íntima comunión con Dios, entonces Él nos revela todos sus secretos y nos dejará ver su gloria. Dios nos ofrece una amistad íntima y verdadera si lo amamos y aprendemos a reverenciar. Oración.
"Señor, no me conformo sólo con tu gracia y tu favor, quiero todo de ti, quiero conocerte realmente y saber quién eres para adorarte como te mereces, porque prefiero un desierto contigo que un paraíso sin ti. Puedes llenarme de favores y misericordias, pero nada de esto es comparable con conocerte y entenderte. ¡Oh Dios! Transfórmame en tu reflejo para ser luz en este mundo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

“El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria. Y le respondió: Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente. Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá”, Éxodo 33:18
"La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto", Salmo 25:14
En Éxodo 33, Dios le habló a Moisés cara a cara como se le habla a un compañero. Le dijo que había hallado gracia ante sus ojos y que su presencia iría con él a donde fuera. Como resultado de esa cercanía con Dios, de esa conversación entre amigos, Moisés le pide que le deje ver su gloria, un pedido humanamente inaccesible pues ante la gloria de Dios ningún ser humano puede sostenerse. Moisés no quiso conformarse sólo con la gracia y el favor de Dios, él quiso más, era tal el grado de confianza que tenía que se atrevió a decirle: “te ruego que me muestres tu gloria”. ¡Qué nivel de intimidad con el Padre celestial!
Dios sabía que Moisés no podía verlo y sobrevivir a su presencia, por eso le pide que se esconda en la hendidura de la peña mientras Él lo cubre con su mano, porque va a mostrarle sólo un pálido destello de lo que Él es.
Cuántos podemos entender que esa roca representaría a Jesús y esa hendidura son las heridas de su cuerpo en la cruz y que no hay manera de poder ver la gloria de Dios sino estamos escondidos en Cristo. Colosenses 3:3 “Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”. Podemos entrar a su presencia divina sólo por la sangre de Cristo que nos hizo justos y santos delante de Él, de otra manera seríamos consumidos.
Dios no manifestó su poder delante de Moisés con fuego, ni partió la roca en dos, ni le mostró los lugares ocultos a sus ojos, cuando le mostró su gloria le dijo: “Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti” en otras palabras le reveló quien era, la naturaleza de su corazón, le mostró cómo sentía, cómo pensaba. Que era Jehová fuerte, grande y temible, pero también misericordioso y amoroso. Mostrar su gloria fue hacer un despliegue de todos los atributos de su corazón.
Quizás nuestro rostro no brillará como el de Moisés cada vez que salgamos de su presencia, pero tenemos la oportunidad de brillar con la gloria de Dios si vivimos en una estrecha relación con Él y nuestro espíritu puede alumbrar a otros con la luz de Cristo cuando vivimos como Él, porque el Espíritu Santo dentro de nosotros causa esa gloria. Cuando estamos en íntima comunión con Dios, entonces Él nos revela todos sus secretos y nos dejará ver su gloria. Dios nos ofrece una amistad íntima y verdadera si lo amamos y aprendemos a reverenciar. Oración.
"Señor, no me conformo sólo con tu gracia y tu favor, quiero todo de ti, quiero conocerte realmente y saber quién eres para adorarte como te mereces, porque prefiero un desierto contigo que un paraíso sin ti. Puedes llenarme de favores y misericordias, pero nada de esto es comparable con conocerte y entenderte. ¡Oh Dios! Transfórmame en tu reflejo para ser luz en este mundo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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