sábado, 10 de septiembre de 2022

Amor demostrado

 


Amor demostrado

“Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más?” Lucas 7:37-47

Como pecadores que somos tenemos dos maneras de acercarnos a Cristo. Esta historia revela dos actitudes de mente y corazón. Simón estaba frente a Jesús pero no tocó su corazón, no se reconocía necesitado de nada y por lo tanto no sentía amor, se consideraba bueno y respetable ante los ojos de Jesús, aunque estaba al lado de Él, estaba totalmente distante. Esto nos recuerda lo que dice la Palabra de Dios. Mateo 15:8 “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí”.

Contrario a la mujer que reconoció su profunda necesidad de salvación y por lo tanto inundó de amor a Jesús, con gratitud genuina en su corazón y mostrando un acto de servicio generoso hacia aquel que podía suplirla y por eso recibió el perdón.

Siendo todos igualmente deudores, todos hemos sido perdonados y cuando hemos recibido mucho, amamos mucho y esto debe traducirse en gratitud y servicio hacia Jesús. La mujer honró a Cristo ungiéndolo, derramando sobre Él lo más costoso que tenía, su perfume, era todo lo que podía ofrecerle y lo hizo con una actitud contrita y humilde hacia su Salvador. Simón, por otro lado, no demostró amor, no se esmeró en tratar a Jesús como un huésped de honor, como una señal de respeto y estima.

Cualquier cosa que hagamos, que tenga apariencia de virtud, no es más que hipocresía cuando es ejecutada sin amor. No se puede concebir la vida en Cristo sin amor. Pensemos en maneras de motivarnos a realizar actos de amor y buenas acciones, de tener gratitud como un acto de servicio desinteresado y generoso hacia Dios y hacia otros. Como dice 1 Juan 3:18 “Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad”.

El amor es la prueba de que una persona ha recibido perdón, y que cuanto más se le perdone más amará. Amar es la expresión de mostrar gratitud al Señor por todo lo que ha hecho por nosotros. Sólo los que reconocen la profundidad de su pecado pueden apreciar todo el perdón que Jesús nos ha dado.

Hay muchas maneras de mostrar gratitud a Dios y una de ellas es cumplir su propósito en nuestra vida, haciendo su voluntad, compartiendo su Palabra y amando al prójimo como a nosotros mismos.  Oración.

«Gracias Jesús, por perdonarme y amarme tal como soy, por llenar mi corazón de amor y gratitud por la obra que hiciste por mí en la cruz. Me perdonaste, me salvaste y cambiaste mi vida. Quiero que mi gratitud sea más que palabras bonitas, que la pueda demostrar con actos de servicio generoso, de bendición y amor hacia ti y hacia otros. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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