jueves, 16 de mayo de 2024

Mente mía recuerda

 

Mente mía recuerda


“porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo,” 2 Corintios 10:4-5

En devocionales anteriores hemos venido hablando sobre la desesperación (falta de esperanza) y cómo ella produce en el ser humano diversos efectos, entre ellos la ansiedad. La ansiedad es considerada actualmente como una emoción que consiste en un miedo excesivo al futuro, y los especialistas nos informan que ésta se genera en la mente, por eso la OMS (Organización Mundial de la Salud) ha considerado la ansiedad como un trastorno mental. Claramente todo esto que se siente en nuestras emociones, pero se genera en nuestra mente, termina afectando nuestra voluntad, y por ende, el comportamiento de cada individuo, es decir que perjudica toda nuestra ALMA, y al verse afectada el alma, nuestro cuerpo lo somatiza de alguna manera (como lo vimos días atrás).

Pero entonces ¿cuál es la solución a esta problemática? Para el corazón que está con desesperanza, desesperanza que produce ansiedad, nos dicen las Escrituras que esto se vence con LA ESPERANZA, pero ¿Qué significa esto? “La esperanza es la expectativa que se tiene de recibir lo que se nos ha prometido, pero está puesta en alguien confiable, quien nunca cambia, Jesús.”. La palabra de Dios nos dice que nuestra esperanza, Jesucristo, no avergüenza (Romanos 5:5a), pues Él “es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos.” (Hebreos 13:8) y nos recuerda además que “todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén,” (2 Corintios 1:20) pues “Dios no es hombre, para que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” (Números 23:19). A través de este devocional lo que el Señor quiere que nuestra mente recuerde, al meditar en las Escrituras, es la importancia de echar toda ansiedad sobre Él y de despojarnos de todo ese peso que nos produce el vivir en desesperanza y ansiedad, derribando todo argumento que se levanta en contra de la verdad que Dios nos enseña (2 Corintios 10:4-5).   Oración.

«Gracias Padre por tu palabra, porque cuando medito en ella, encuentro verdades reveladoras y hallo descanso para mi alma, amén.

miércoles, 15 de mayo de 2024

El pozo de la desesperación

 


El pozo de la desesperación

“Pacientemente esperé a Jehová, Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación,” Salmos 40:1-2a

¿Alguna vez has experimentado lo que es estar en el pozo de la desesperación? Para poder dar respuesta a este interrogante tendríamos que tener claridad sobre este concepto de desesperación, el diccionario nos dice que la desesperación o desesperanza es la pérdida de la esperanza, lo difícil de vivir en ella es que ésta produce en nuestras vidas ansiedad, depresión y muchas otras cosas más, entre ellas:

Emociones desequilibradas: llanto excesivo que se puede llegar a convertir en depresión, rabia, irritabilidad (1 Samuel 1:6)

Afectación en nuestro propio cuerpo, dejando de comer o, por el contrario, comiendo en exceso (1 Samuel 1:7)

Daño a nuestras relaciones interpersonales al vivir en discusiones y desacuerdos (1 Samuel 1: 6ª, 8)

Reserva de emociones, pues al pensar que esto es lo correcto, no hablamos sobre lo que nos molesta, pero a cambio, llenamos nuestro corazón con ofensas que nos hayan hecho los demás. Ocultamos nuestros sentimientos a nuestra pareja, incluso no somos sinceros con Dios y evadimos el tema a pesar de que sabemos que Él todo lo conoce, hasta que ya no aguantamos más y explotamos. (1 Samuel 1:9-10,16b)

Frustración al no tener lo que queremos, pensando que lo que no tenemos es lo que nos hace falta para estar bien, plenos, completos (1 Samuel 1:11b)

Pensamientos equivocados tales como: “Dios no se ha dignado a escuchar mi clamor o ver mi aflicción” (1 Samuel 1: 11a)

Estos y muchos más efectos podríamos encontrar en una persona cuando vive en desesperanza y quizás, al igual que yo, te has visto reflejado en muchos de estos comportamientos, pues lastimosamente no todo el tiempo somos coherentes con nuestra fe ni tampoco actuamos correctamente, sin embargo, este devocional es para entender que el vivir en desesperanza es algo equivocado, pero ¿qué tanto afecta mi vida el estar así, ¿cuál es la manera correcta en la que Dios quiere que vivamos? Estas y muchas preguntas más responderemos en los siguientes devocionales.  Oración.

«Padre, no quiero vivir como el mundo lo hace actualmente, sumergido en desesperanza, pues como hijo de Dios sé que tú eres mi esperanza y me has llamado a ser lumbrera en medio de tanta oscuridad, amén.

martes, 14 de mayo de 2024

Buscando a Dios para conocerle

 


Buscando a Dios para conocerle

“Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, Para ver si había algún entendido, Que buscara a Dios.” Salmos 14:2

¿Cómo sería nuestra vida si en vez de buscar a Dios para pedirle cosas nos dedicáramos a buscarle, pero para conocerle? ¿Te has hecho esta pregunta? Yo sí, y cuando la respondí me dí cuenta que la mayoría de veces que he recurrido a Dios ha sido, principalmente, para pedirle cosas en particular: Ayuda para una prédica o reflexión (pero no con la motivación de aprender sino para poder dar cumplimiento a alguna responsabilidad adquirida), en otros momentos, como en una discusión, lo he buscado para darle quejas de la otra persona porque es claro que la culpable de ese altercado “no he sido yo”. Con lo anterior, no quiero decir que esté mal buscar a Dios en situaciones como éstas, pues a lo que queremos hacer énfasis en éste devocional es a ¿cuál es el motivo principal por el cual buscamos a Dios? si lo meditamos encontraremos que muy probablemente, en algunos casos, nuestro motivo principal no será el buscarle para conocerle, sino para obtener algo a cambio.

Lastimosamente del ser humano no ha salido la iniciativa de buscar a Dios, pues ésta siempre ha sido de Él, lo vemos aún desde el Edén, ¿cuando el hombre desobedece a Dios, qué hizo, buscar al Señor? ¡No! lo que hizo fue esconderse, alejarse de Él (Génesis 3:8), en cambio vemos cómo Dios buscó a Adán y Eva para restaurar la relación que se había dañado a causa del pecado.

Hermanos, aunque toda iniciativa viene de parte de Dios, para buscarnos e impulsarnos a tener una relación personal de amor con Él, nosotros necesitamos tomar decisiones diarias de aceptar y corresponder a su llamado.   Oración.

«Padre, que mi motivo principal a la hora de buscarte no sea obtener algo a cambio sino conocerte. Señor, cuando me dedico a buscar tu rostro y tu justicia sé que no tengo de qué preocuparme, pues, aunque tengo otras necesidades (y tú las conoces) sé que éstas vendrán como añadidura.

lunes, 13 de mayo de 2024

Carta de amor

 

Carta de amor


“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, más tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.” Juan 3:16-17

¿Cuántos de nosotros en nuestra juventud recibimos cartas de amor? En ellas nos expresaron las más bellas palabras de amor, la gran admiración que sentían por nosotros, incluso quedaron plasmadas un par de promesas. Cada vez que las leíamos suspirábamos pues no podíamos creer todo lo que estaba escrito.

Hoy escuché una canción titulada de esta manera: “Carta de amor”, en ella el artista habla, no sobre un amor de juventud, sino que narra una declaración de amor que nuestro Amado Jesús ha hecho a la humanidad, aquella carta no está escrita en un papel, ni con tinta que pudiera borrarse, sino en una cruz y con su preciosa sangre, en esa cruz se expresan más que palabras o promesas pues lo que en ella se revela es el amor puro, bueno y fiel que nuestro Amado tiene por nosotros. Su amor es tan grande que puedes ver: sus manos extendidas en una cruz, sus heridas en el costado y en todo su cuerpo, una corona de espinas sobre su cabeza y por último, lo puedes ver morir sobre el madero a cambio tuyo y mío, pues su propósito no era que nosotros muriéramos sino que cuando Él tomara nuestro lugar y pagara nuestra deuda, creyéramos y aceptáramos su sacrificio para que entonces pudiéramos disfrutar de una vida eterna en Su presencia. ¡Esa sí que es una carta de amor!

Claramente ese amor no lo merecemos (1 Juan 4:10) y esto es lo que nos hace sentir aún más agradecidos con Dios, pues cuando conocimos su amor transformó por completo nuestras vidas, nos dio verdadero propósito, pero sobre todo ha puesto un anhelo en nuestro corazón de querer compartir con otros ésta misma carta de amor que el mismo Jesús nos entregó.   Oración.

«Padre qué carta de amor tan bella la que nos has dado, son más que palabras, son los actos de tu Hijo Jesús, su sacrificio, la cruz, su amor, el que recordamos y nos hace suspirar pues cuán grande fue el precio que tuvo que pagar para escribir esta carta de amor que perdurará por la eternidad, amén.

domingo, 12 de mayo de 2024

Siguiendo tu voz

 


Siguiendo tu voz

“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,” Juan 10:27

Cuando leí este pasaje tuve la curiosidad de saber si lo que narra el evangelio de Juan sucede en la vida real, pues nunca he tenido contacto ni con ovejas, ni con pastores. Decidí recurrir a internet y buscar algo relacionado con esto, para mi sorpresa ¡había un video! Era un experimento que consistía en probar esta teoría. En él se ve a un pastor enseñando a tres tipos de personas el llamado que utiliza con sus ovejas. Cada integrante fue pasando, llamó al rebaño tal como se le había indicado, sin embargo, ninguno tuvo éxito; de repente le dieron el turno al pastor y te puedo decir ¡qué emoción me dió al ver cómo poco a poco las cabezas de las ovejas (que estaban pastando), empezaban a levantarse en búsqueda de su dueño!, seguido a esto cuando lograron ver dónde estaba su pastor, salieron corriendo a su encuentro, entonces entendí de manera gráfica lo que el Señor quería enseñarme a través de este pasaje: Si animalitos como estos logran diferenciar y reconocer la voz de su pastor, a pesar de tanto ruido o de impostores que quieren hacerse pasar por su dueño, ¿cómo yo siendo un hijo de Dios no puedo reconocer su voz?

Claramente el reconocer la voz de nuestro Pastor toma tiempo, tiempo de intimidad, pues imagínate ¿cuántas horas al día tiene que pasar una oveja con su dueño para poder reconocerle? ¡Muchas! Debe ser un trabajo de largos años, en el que el pastor habla y ellas escuchan, establecen su propio lenguaje, su llamado particular para que no haya confusión. De la misma manera sucede en nuestra relación con el Señor, necesitamos pasar tiempo de intimidad con Él para poder reconocer su voz, su manera particular de llamarnos, de tratarnos.

Hermanos, aprendamos de éstas singulares ovejitas y sigamos su ejemplo, pasemos tiempo de intimidad con el Señor, aprendamos a reconocer la voz de nuestro Pastor y sigámosle.  Oración.

«Señor Jesús, yo quiero ser de aquellas ovejitas que al escuchar tu voz salen corriendo a tu encuentro para seguirte. Ayúdame a dedicar más tiempo a nuestra intimidad pues sólo así podré reconocer fácilmente tu incomparable voz, amén.

sábado, 11 de mayo de 2024

El pequeño valiente

 


El pequeño valiente

“Así dijo Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice Jehová.” Jeremías 9:23-24

Meses atrás observé frente a mi casa a un pequeño gorrión que se enfrentaba con valentía contra un grupo de pájaros negros que querían quedarse en la cima del árbol en que este pequeño posaba, me llamó la atención que a pesar de ser tan pequeño y menor en cantidad ¡nada lo atemorizaba! Cuando ví esta situación, inmediatamente vinieron a mi mente las palabras que pronunció el rey David en una situación similar: “Aunque un ejército acampe contra mí, No temerá mi corazón; Aunque contra mí se levante guerra, Yo estaré confiado.” Salmos 27:3, claramente aquél pequeño gorrión no pensaba en este pasaje mientras enfrentaba a sus enemigos, sino que actuaba conforme lo que le decía su instinto, ese que aparentemente estaba lleno de “valentía”. Esta situación me hizo reflexionar mucho más allá, pues ese fue el caso del gorrión, pero ¿qué pasó con David?, ¿cómo fue su reacción?, a él no lo vemos saliendo de su escondite ufanándose de su fuerza y grandeza, ¡persiguiendo a sus enemigos! ¡No!, lo vemos en humildad reconociendo que si Dios no fuera su salvación, fortaleza, roca y tabernáculo no podría llegar a salir vivo de esa situación pues sus oponentes eran muchos. Ahora, ¿cómo actuamos nosotros? Quizás ante situaciones extremas seguimos el ejemplo de David: recurrimos a Dios, nos refugiamos en Él, pero sólo en estos casos (porque la situación se nos sale de las manos) pero, ¿será que hacemos lo mismo en las menos apremiantes? Tal vez no, pues en ellas decidimos solucionar conforme nuestra “valentía”, bajo nuestra propia fuerza, como aquel gorrión.

Hermanos, el día de hoy Dios nos está recordando la importancia de no alabarnos o jactarnos en nuestras propias capacidades, aprendamos de David, quien en todo momento dependía de Dios, anhelaba estar siempre en la presencia del Señor, se tomaba el tiempo necesario para conocerle, pero sobre todo descansaba en Dios pues sabía que Él era su amparo y fortaleza. Oración.

«Padre, reconozco que en muchas ocasiones de mi vida me he hecho el “valiente”, he pensado que para solucionar los problemas menores no necesito tu ayuda y cuán equivocado he estado pues a ti no solo te necesito algunos días sino siempre. Señor ¡Cuánto me falta aprender a depender de ti! ayúdame a nunca olvidarlo y a refugiarme en tus brazos y dame sabiduría cualquiera que sea la situación, amén.

viernes, 10 de mayo de 2024

Creo en ti Jesús

 

Creo en ti Jesús


“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?” Juan 11:25-26

Qué dolorosa situación la que presentaban Marta y María, y qué difícil de entender en ese momento las palabras de Jesús, hoy las podemos comprender porque conocemos el final victorioso de éste suceso, pero ellas en ese momento no, estaban frente a una realidad en la que su hermano había fallecido. Si nos pusiéramos en su lugar seguramente podríamos experimentar su dolor, al pensar en la ausencia física que dejaría la muerte de su hermano, o rabia porque no entenderíamos qué fue lo que sucedió, quizás hasta haríamos las mismas preguntas y afirmaciones al Señor: “Si hubieses estado aquí”; pero lo que queremos resaltar en este devocional no es este cúmulo de sentimientos que emergen en estas situaciones sino las palabras de Jesús, que producen tanto en Marta como María fe, pues esa fe es la que debería estar por encima de cualquier tipo de emoción, pues es la fe la que nos permitirá tener descanso, consuelo y esperanza ante cualquier situación, por eso el libro de Hebreos nos recuerda que aunque muchos creyentes murieron físicamente y sin haber recibido lo prometido (porque esperaban algo mejor) nos resalta que lo que permaneció vivo en ellos fue su fe, y por esa fe en Jesús ahora están vivos eternamente, gozando en un nuevo hogar de la presencia de Dios (Hebreos 11:13-16).

Hermanos, esa debe ser nuestra meta, anhelar una patria mejor, la celestial. Que las aflicciones de este mundo no nos distraigan ni hagan decaer nuestra fe en que pronto nos reuniremos todos los hijos de Dios en un lugar mejor, en donde ya no habrá más llanto, ni dolor, porque las primeras cosas habrán pasado (Apocalipsis 21:4)    Oración inicial

«Señor Jesús creo en ti y en que eres el Hijo de Dios, sé que tienes preparado un hogar para mí allá en el cielo y esa es mi esperanza, que esa patria es mucho más grande que cualquier anhelo que pueda llegar a tener en este mundo, pues nada se compara con el vivir eternamente junto a ti, amén.

jueves, 9 de mayo de 2024

El carácter de Dios

 

El carácter de Dios


Al meditar en este pasaje el Señor me llevaba a cuestionarme en ¿cómo es mi carácter? Y podría decirte, que cuando todo marcha bien y no existen inconvenientes, mi carácter es el mejor: amoroso, paciente, dadivoso, pero qué mal se ve mi carácter cuando hay una discusión, pues actuó conforme lo que creo “se merecen” los demás y no acorde al carácter compasivo, misericordioso y amoroso de Dios ¿Te ha pasado? Para dar respuesta a esta pregunta tomaremos un ejemplo: ¿cuál ha sido tu reacción cuando tienes que ayudar a alguien con quien acabas de tener una discusión?, ¿con todo el amor lo ayudas?, o por el contrario, ¿eres de los que se demora en hacerlo, porque necesitas esperar que tu disgusto baje, para poder que vuelva a nacer esa parte servicial? O definitivamente ¿te niegas a ayudarlo, porque a causa de sus ofensas, ya “no se lo merece”? Por lo general el ser humano tiende a responder de las dos últimas maneras, pero en ellas sólo podemos ver reflejado un carácter orgulloso con el cual, según las Escrituras, ya no deberíamos estarnos identificando (Gálatas 2:20)

Al leer o escuchar este devocional entendemos que necesitamos un ajuste en nuestro carácter, para que de manera práctica y vivencial sea como el de Cristo, pero para lograrlo no podemos hacerlo solos (Juan 15:5), necesitamos al Ayudador, el Espíritu Santo de Dios, quien en esas situaciones difíciles nos guiará, para ya no responder a los demás de acuerdo a lo que nos hagan, sino conforme lo que somos en Cristo, conforme ese carácter de Dios, quien ya sabemos, no nos paga conforme nuestras iniquidades sino conforme a lo precioso de su carácter.  Oración.

«Padre, en esta mañana te doy gracias porque tu misericordia se renueva día tras día. Gracias, porque, aunque no lo merezco, tú me tratas conforme a tu bondad más no conforme a mis iniquidades. Cuan bello y maravilloso es tu carácter.»

“No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, Ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Amen

miércoles, 8 de mayo de 2024

Misericordia y amor

 


Misericordia y amor

“Pero cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo,” Tito 3:4-5

Qué hermoso es ver que cuando se manifestó la misericordia de Dios para con nosotros, no se manifestó sola, sino con Su amor. Esto nos podría indicar que estas dos características del fruto del Espíritu Santo, el amor y la misericordia, van de la mano; claro está que al amor que hacemos referencia no es al que proviene del ser humano (un amor imperfecto), sino al amor perfecto de Dios que nos lleva a manifestar, en amor, su misericordia a familiares, amigos, conocidos, incluso a nuestros enemigos, pues la palabra de Dios nos dice en Mateo 5:44-48 “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto.” La misericordia entonces no es un fruto que debemos manifestar a algunos solamente, pues como hijos de Dios e imitadores de Jesucristo estamos llamados a reflejarlo ante todos.

Hermanos, la biblia nos dice que podríamos ser misericordiosos y no tener amor, pero de nada nos serviría, así que aceptemos la invitación del Señor y agreguemos a la misericordia, el amor perfecto de Dios (1 Corintios 13:1-3)   Oración.

«Padre, grande es tu amor por mí y tu misericordia es eterna, no lo merezco, pero eso me hace admirarte aún más, pues tú me das todo esto y mucho más, por lo hermoso de tu carácter. Gracias Señor por amarme de tal manera, ahora yo quiero ir al mundo y hacer lo mismo que tú, amén.

martes, 7 de mayo de 2024

Misericordia

 


Misericordia

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.” Gálatas 5:22-23

El mundo actual define la misericordia como una “virtud que inclina el ánimo a compadecerse de los sufrimientos y miserias ajenas”, y si nosotros llegáramos a considerarla como una virtud que depende del ánimo, la actitud o disposición del hombre, solamente llegaríamos a manifestarla a otras personas, pero de manera intermitente. La palabra de Dios, en cambio, nos revela un concepto totalmente diferente, pues la misericordia (también conocida como benignidad o bondad) no se considera como una capacidad propia del ser humano !No! sino como un fruto del Espíritu Santo de Dios, el cual se podrá desarrollar o visualizar en la vida del creyente a medida en que tengamos una comunión íntima y diaria con el Señor, entonces sólo así podremos manifestar a otros misericordia, ya no por temporadas, ni por emociones sino en todo momento y por convicción ¡Esto es lo que quiere el Señor para cada uno nosotros! que la misericordia (fruto del Espíritu Santo) nos acompañe SIEMPRE, todos los días de nuestra vida. Esa es nuestra tarea, reflejar el carácter misericordioso de Dios al mundo en general, un carácter que no varía pues Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos y sabemos que su misericordia permanece para siempre (hebreos 13:8, Salmos 136:1)

Hermanos, para poder manifestar la misericordia, la palabra de Dios nos revela que necesitamos adicionalmente de un fruto del Espíritu Santo que le acompañe, el amor, y en este fruto profundizaremos el día de mañana.  Oración

«Padre, ¡cuánto admiro tu carácter, tienes miles de atributos! y mi meta, sin duda alguna, es reflejar en este mundo todo lo que he aprendido y recibido de ti, por eso pido tu ayuda porque sin ti nada podría hacer. Reconozco que necesito seguir aprendiendo tu palabra, pasar más tiempo de intimidad contigo y enamorarme cada día más y más de ti. Ayúdame a buscarte sin cesar todos los días. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.


lunes, 6 de mayo de 2024

Dios de Promesas

 

Dios de Promesas

“Dios no es hombre, para


que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” Números 23:19

“porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” 2 Corintios 1:20

Hoy meditaba sobre ¿Por qué al ser humano le gustan las promesas? Y es que, si lo pensamos bien, ellas nos dan una esperanza hacia algo que anhelamos recibir en un futuro. No sabemos cuándo se cumplirá, ni cuánto tiempo tardará, basta sólo con esperar con alegría el momento en el que ésta se realizará; aunque, dependiendo de quién sea el que nos prometa, sabremos esperar, o por el contrario, perderemos la esperanza de que ese sueño se vuelva realidad. Pero, a las promesas que hoy hacemos mención no son las que hace cualquier persona ¡No! las que resaltamos en éste devocional son las promesas de Dios, que sin importar si lo merecemos o no, se cumplen porque dependen de su carácter inmutable.

Alrededor de la biblia encontramos diversos ejemplos en los que Dios cumplió a cabalidad con Su palabra, como por ejemplo con Abraham, cuando le dijo que, aunque él era viejo, su esposa estéril y no tenían hijos, su descendencia vendría a ser como las estrellas que están en los cielos o la arena que se encuentra a la orilla del mar (Génesis 22:17), y cómo no mencionar el nacimiento de nuestro Salvador, una promesa hecha para la salvación de la humanidad (Génesis 3:15, Lucas 2:11).

Hermano, hoy te invito a que no dudes de la Palabra de Dios pues como dicen las Escrituras fiel es el que ha hecho la promesa, y adicionalmente nos recuerda que Jesús quien es nuestra esperanza jamás nos defraudará, tan solo no permitas que desmaye tu fe (Hebreos 11:1,6; Santiago 1:6)   Oración.

«Padre, te alabo y te bendigo porque me has permitido ser testigo del cumplimiento de tus promesas. Tú nunca fallas, no cambias de parecer, ni llegas tarde. Señor Jesús en ti está puesta mi esperanza y sé que jamás será defraudada, amén.

domingo, 5 de mayo de 2024

Cansado

 


Cansado

“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Isaías 40:29

¿Alguna vez has sentido que te has quedado sin fuerzas? Yo sí, en ocasiones no solo lo he sentido físicamente, sino también internamente (en el alma). Cuando meditaba ¿por qué aun siendo joven tengo tal cansancio? Me daba cuenta que no era a causa de mi edad, o de mis muchas ocupaciones, sino más bien por mi falta de intimidad con el Señor, pues puedo decirte que cuando he estado en situaciones de mucho ajetreo y no me he apartado de mi comunión con Dios, las fuerzas parecieran no acabarse, y creo firmemente que hacia allá nos conduce la palabra de Dios, a entender que nuestras fuerzas no dependen de la edad o la falta de ocupaciones, sino de Dios. Fíjate por ejemplo en los más pequeños, no tienen arduos trabajos ni responsabilidades por cumplir, pero también podemos notar en ellos cansancio, como cuando corren por horas y horas, al final de ésto ¿qué es lo que ellos quieren? Tomar una pequeña pausa o siesta para retomar el aliento y recuperar nuevas fuerzas, y creo que tú y yo lastimosamente también nos hemos acostumbrado a lo mismo, a tomar pausas para “descansar”: en el orar, la lectura de la palabra, en el congregarnos, pues pensamos que si hacemos ésto y tan solo nos dedicamos a dormir un poco, ver una serie, un partido u otro tipo de contenido, encontraremos el aliento que necesitamos para poder continuar, pero si meditamos en la Palabra, Dios a través del profeta nos recuerda: “Yo doy fuerzas al cansado, y multiplico las fuerzas al que no tiene ningunas”, y si esto es así ¿por qué seguimos pensando que nuestras fuerzas las encontraremos, en algo o alguien, diferente al Señor?

Hermano, la solución a nuestro cansancio, tanto físico como espiritual, no es el apartarnos a “reposar” de nuestra comunión con Dios, al contrario, encontremos verdadero reposo y nuevas fuerzas, pero en el Señor (Salmos 18:1).    Oración.

«Padre, reconozco que el cansancio que siento es por no estar constantemente a tu lado, me ha faltado tiempo de intimidad contigo, pero no ha sido por ti sino por mí, pues tengo claro que tú siempre me has llamado para encontrarnos a diario. Hoy te pido perdón por no aceptar tu llamado a tiempo y te ruego me ayudes a que mis citas contigo sean siempre una prioridad. En el nombre de Jesús, amén.

sábado, 4 de mayo de 2024

Se cumplirá nuestro destino profético

 


Se cumplirá nuestro destino profético

“Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Hechos 1:8

“Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo”. Hechos 1:9-11

Estas fueron las últimas palabras de Jesús antes de ser levantado en una nube mientras sus discípulos observaban que desaparecía de su vista. Los que lo habían negado, los que habían huido porque no quisieron seguirlo por el Gólgota, porque les dio miedo, porque temían la cruz, estaban ahí frente a Jesús resucitado, Él, no solo estaba mostrándoles el poderío de la resurrección, les estaba llevando una nueva noticia: que sobre ellos descendería el Espíritu Santo y serían testigos para hablar con denuedo y con autoridad, para orar por los enfermos, para declarar libertad a los oprimidos por el diablo. Esa buena nueva también era para nosotros, porque desde el momento en que fue derramado el Espíritu Santo en el Pentecostés, todos los creyentes recibiríamos el poder de Dios para derrotar las tinieblas, el pecado y al mundo, para ser sus testigos y hablar a las personas acerca de Jesús en todas partes.

Dice la palabra que mientras les decía eso, ascendía al cielo y los ángeles anunciaban que, así como se había ido vendría nuevamente por segunda vez en una nube a esta tierra. Él va a volver por su iglesia, la iglesia, que sigue sus pasos sin importar las dificultades y las circunstancias, la que sigue sus pasos en medio de los milagros, pero también en medio del sufrimiento del Gólgota. Gracias a que esos discípulos decidieron seguir los pasos de Jesús, hoy usted y yo podemos conocer esta Palabra, esa Palabra que no se quedó muerta hace dos mil años, sino que es viva hoy y es efectiva.

Podemos tener esperanza, podemos mantenernos firmes hasta su segunda venida porque se va a cumplir 1 tesalonicenses 4: 16-17 que dice: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

Vamos a ver cumplido nuestro destino profético que es disfrutar del cielo y de la vida eterna.    Oración.

«Gracias amado Jesús, porque con tu resurrección me has dado la victoria, lléname de tu Santo Espíritu porque quiero afirmarme en tu camino, porque quiero ser tu testigo y proclamar tu Nombre hasta que vuelvas, gracias porque tu Palabra es fiel y verdadera y cumplirás tu promesa de regresar por mí. En el nombre de Jesús, amén.

viernes, 3 de mayo de 2024

Seguir a Jesús

 


Seguir a Jesús es seguir el camino al Gólgota

“Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará”. Mateo 16:24-25

Estamos en un mundo globalizado donde seguimos los pasos del influenciar, los pasos de la moda, donde seguimos los pasos del qué dirán, del miedo, del temor; pero, cuánto nos cuesta seguir los pasos de Jesús. ¿Quién quiere la vida eterna? Todos queremos la vida eterna, queremos sentarnos en lugares celestiales, sentarnos a la mesa y compartir en las bodas del Cordero, ¿entonces por qué nos cuesta tanto seguir los pasos de Jesús, si Él es el puente directo al Padre?

No hay otro camino, por más que hayamos estudiado otras filosofías o ciencias, por más que nos esté yendo bien y tengamos éxito en este mundo, ese no es el camino para llegar a la vida eterna, el camino es Jesús, Jesús dijo en Juan 14:6 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.

Seguir los pasos de Jesús es estar dispuestos a seguir sus pasos camino al Gólgota, es estar dispuestos a sacrificar, a morir en su nombre. Los discípulos siguieron a Jesús por tres largos años y vieron cosas maravillosas, siguieron sus pasos, pero cuando Jesús iba camino al Gólgota ¿Cuántos de sus discípulos lo siguieron? Judas lo vendió y lo entregó, Pedro lo negó, los demás se dispersaron, solo Juan estuvo presente con María en la crucifixión. Sabes?, seguir los pasos de Jesús hacia el Gólgota, no es fácil.

Si queremos ser sus servidores tenemos que abandonar nuestra propia manera de vivir. Jesús nos confronta, quizás hay mucha emoción en nuestra vida espiritual, estamos viendo milagros y cosas sorprendentes, pero Jesús nos pregunta: ¿ustedes quieren ser verdaderamente mis discípulos? Entonces, abandonen su vieja manera de vivir, cambien de rumbo su vida, transformen sus pensamientos, sus emociones, piensen diferente, tomen su cruz y síganme.

Tomar la cruz y seguirlo no es sencillo, pero va a traer salvación a nuestra vida y a nuestra casa. Vale la pena llevar esa cruz. El Gólgota significa renunciar a lo que nos aleja de Jesús, significa sacrificarnos, significa cambiar de amistades si nos apartan de Él, el Gólgota significa que muchas veces vamos a sufrir en nuestro caminar con Jesús, pero que en última instancia nos lleva a la vida eterna.   Oración.

«Señor, ayúdame a cumplir y obedecer tu voluntad, no es fácil seguirte, a veces me cuesta dejar la comodidad, lo sencillo, lo que implica menos sacrificio, pero hoy me enseñas que debo seguirte aun cuando vaya camino al Gólgota, a tomar mi cruz, a sufrir por causa del evangelio y a renunciar a todo lo que me aleje de ti. En el nombre de Jesús, amén.

jueves, 2 de mayo de 2024

Una antorcha encendida sirve para encender otras

 

Una antorcha encendida sirve para encender otras


“Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi. Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”. Juan 1:45-51

“Una antorcha encendida sirve para encender otras”. Así es que Felipe, encendido por el amor de Jesús, fue a buscar a su amigo Natanael, y le dijo que creía que había descubierto después de tanto tiempo esperando, al Mesías en Jesús, el Hombre de Nazaret. Natanael reaccionó despectivamente. No había nada en el Antiguo Testamento que anunciara que el Escogido de Dios hubiera de proceder de Nazaret. Natanael reaccionó diciendo que Nazaret no era la clase de pueblo del que se podía esperar nada bueno.

Tal vez cuando hemos evangelizado en la calle, en el bus, en la universidad o trabajo nos hemos encontrado con estas preguntas: ¿Quién es Jesús? ¿Acaso puede transformar mi vida? ¿Qué puede hacer Jesús por mí? Muchas veces el ego, la posición, las circunstancias de la vida, llevan a menospreciar lo que puede hacer el Señor Jesús en la vida de las personas.

Felipe fue prudente. No discutió, sino que dijo sencillamente: “¡Ven y ve!” ¿Quieres conocer a Jesús? ¡Ven y compruébalo! La única manera de convencer a otro de la supremacía de Cristo es ponerle en contacto con Él. En general, es cierto lo que se dice de que no es la predicación razonada, ni filosófica la que gana almas para Cristo, sino la presentación de la Persona de Cristo y de la Cruz. La mejor presentación del Evangelio, es decir: “Ven y ve.” No cabe duda que tenemos que conocer a Cristo personalmente antes de invitar a otros a venir a Él.

Así que Natanael vino, y Jesús pudo ver lo que había en su corazón y le dijo: “llega un verdadero israelita en el que no cabe la falsedad”. Ese era un atributo que apreciaría cualquier israelita, Salmo 32: 2.

Natanael se sorprendió de que se pudiera dar tal elogio a primera vista, y le preguntó a Jesús: ¿acaso tú me conoces? Jesús le dijo: pude verte debajo de la higuera antes de que Felipe te encontrara. Vemos a un hombre al que Jesús tuvo que hablarle de frente: “yo sé dónde estabas, yo sé quién eres tú, yo sé lo que pensabas, yo sé lo que hay en tu corazón”.

Puede que el Señor se haya acercado a nosotros de igual manera y nos haya hablado de frente, conoce nuestra vida y sabe qué necesitamos. Jesús es la escalera entre el cielo y la tierra, es la conexión entre el Padre y nosotros como Él se lo dijo a Natanael en Juan 1:51. También como Felipe, anhelemos ser una antorcha encendida que lleve a otros a Cristo, llevando su luz.  Oración.

«Señor, así como Natanael, no sólo me viste en el lugar donde me encontraba, sino que también viste lo que había en lo más íntimo de mi corazón, leíste mis pensamientos, mis anhelos más íntimos y secretos. Eres el Ungido de Dios y el que estaba esperando por tanto tiempo, gracias por encontrarme a través de la persona que me llevó a ti, ahora sé que tengo la vida eterna y quiero ser esa antorcha encendida que encienda a otros. Amén.

miércoles, 1 de mayo de 2024

Abundando en acciones de gracias

 


Abundando en acciones de gracias

“Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él; arraigados y sobreedificados en él, y confirmados en la fe, así como habéis sido enseñados, abundando en acciones de gracias”. Colosenses 2:6-7

¿Tenemos un espíritu alegre independiente de lo que pasa en nuestra vida?

A veces perdemos nuestro gozo cuando nos dejamos atrapar por las responsabilidades, luchas y desafíos diarios y nos olvidamos de ser agradecidos con Dios. Si la gratitud no está en nuestro corazón no la podemos practicar. Muchas veces hay más queja en nuestra boca que gratitud.

Muchos amamos a Dios y queremos ser agradecidos, por eso Pablo les recuerda a los creyentes de Colosas, quiénes son, dónde están y también el hecho de que deberían abundar en acciones de gracias. Pensando un poco en nosotros ¿Podríamos decir que somos personas agradecidas? ¿Reconocemos que Dios es la fuente de toda bendición?

Consideremos lo que dijo Pablo de quiénes somos en Cristo y por qué debemos estar agradecidos con Él; “de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, como Salvador y Señor”, partiendo de esta base, es lo que ha pasado en nuestra vida y lo que esperamos que ha de pasar al tenerlo en nuestro corazón, de por sí ya es un motivo para ser agradecidos.

¿Cuál es la clave para rebosar de gratitud hacia Dios? Tener la actitud de andar en Él. Cuando recibimos a Cristo como Salvador no lo hicimos por algo que hicimos nosotros, sino que Él nos escogió desde antes de la fundación del mundo. Como dice Efesios 1:4. Nadie puede jactarse de ser salvo o porque tuvimos fe, la salvación no viene de uno mismo, ni tampoco la fe, se trata de un don de Dios como dice Efesios 2:8. En el momento que creímos fue sellada nuestra relación con Dios como hijos de Dios, eso debería producir en nosotros suficiente gratitud, pero no solo eso, después de haber creído en Él como Salvador debemos andar en Él. Es decir, andar en una relación estrecha con Jesucristo quien no deja de trabajar en nuestras vidas.

Si sabemos esto deberíamos ser personas que abunden en acciones de gracias.  Oración.

«Señor una vez te dije que quería ser la persona que tú quieres que sea, fluye en mí para llegar a otras personas con amor, bondad, generosidad y misericordia. He sido fundado, arraigado y sobreedificado en Cristo, por eso mi corazón debe abundar en acciones de gracias; perdona si me he dejado dominar por las circunstancias que me rodean y de mi boca solo sale queja, cambia mi actitud para que sobreabunde en gratitud a ti por todo lo que has hecho en mí. En el nombre de Jesús, amén.