domingo, 5 de mayo de 2024

Cansado

 


Cansado

“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” Isaías 40:29

¿Alguna vez has sentido que te has quedado sin fuerzas? Yo sí, en ocasiones no solo lo he sentido físicamente, sino también internamente (en el alma). Cuando meditaba ¿por qué aun siendo joven tengo tal cansancio? Me daba cuenta que no era a causa de mi edad, o de mis muchas ocupaciones, sino más bien por mi falta de intimidad con el Señor, pues puedo decirte que cuando he estado en situaciones de mucho ajetreo y no me he apartado de mi comunión con Dios, las fuerzas parecieran no acabarse, y creo firmemente que hacia allá nos conduce la palabra de Dios, a entender que nuestras fuerzas no dependen de la edad o la falta de ocupaciones, sino de Dios. Fíjate por ejemplo en los más pequeños, no tienen arduos trabajos ni responsabilidades por cumplir, pero también podemos notar en ellos cansancio, como cuando corren por horas y horas, al final de ésto ¿qué es lo que ellos quieren? Tomar una pequeña pausa o siesta para retomar el aliento y recuperar nuevas fuerzas, y creo que tú y yo lastimosamente también nos hemos acostumbrado a lo mismo, a tomar pausas para “descansar”: en el orar, la lectura de la palabra, en el congregarnos, pues pensamos que si hacemos ésto y tan solo nos dedicamos a dormir un poco, ver una serie, un partido u otro tipo de contenido, encontraremos el aliento que necesitamos para poder continuar, pero si meditamos en la Palabra, Dios a través del profeta nos recuerda: “Yo doy fuerzas al cansado, y multiplico las fuerzas al que no tiene ningunas”, y si esto es así ¿por qué seguimos pensando que nuestras fuerzas las encontraremos, en algo o alguien, diferente al Señor?

Hermano, la solución a nuestro cansancio, tanto físico como espiritual, no es el apartarnos a “reposar” de nuestra comunión con Dios, al contrario, encontremos verdadero reposo y nuevas fuerzas, pero en el Señor (Salmos 18:1).    Oración.

«Padre, reconozco que el cansancio que siento es por no estar constantemente a tu lado, me ha faltado tiempo de intimidad contigo, pero no ha sido por ti sino por mí, pues tengo claro que tú siempre me has llamado para encontrarnos a diario. Hoy te pido perdón por no aceptar tu llamado a tiempo y te ruego me ayudes a que mis citas contigo sean siempre una prioridad. En el nombre de Jesús, amén.

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