sábado, 26 de junio de 2021

El amor de Dios en el Espíritu Santo

 


El amor de Dios en el Espíritu Santo

“Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.”, Hechos 2:33

“y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.”, Romanos 5:5

Luego de que Jesús subió a la diestra de Dios, cumple su promesa, cuando dijo en Juan 14:16: “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre:”, así que todos los que hemos creído en Jesús, hemos recibido esta esperanza firme y segura del Espíritu Santo, que hace real y viva nuestra identidad con Cristo, pues el Padre derramó el mismo Espíritu de su Hijo en nosotros: “Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gálatas 4:6). Es decir, si ahora podemos acercarnos libremente y tener una relación con el Padre, es porque el Hijo habita en nosotros por medio del Espíritu Santo, no solo para decirle “Papito” sino también para vivir en obediencia, tal y como Jesús lo hizo cuando vino a la tierra a morir por nosotros; recordemos que Él fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Filipenses 2:8).

Pero el hecho práctico y vivencial que debemos experimentar día a día, que demuestra la presencia del Espíritu de Dios en nosotros y nuestra obediencia, es la comunión con el Padre y el Hijo, manifestada en el amor a nuestros hermanos, porque Cristo oró pidiendo que fuéramos uno, tal como Él lo es con el Padre, que tuviéramos perfección en la unidad para que el mundo conozca a Jesús por medio del vínculo perfecto que tienen sus discípulos (Juan 17:21-23).

Y el vínculo perfecto de su amor, es el camino de excelencia espiritual y moral que tenemos hoy en nosotros, que podemos expresar hacia los demás en paciencia, bondad, dejando toda envidia, jactancia y orgullo. No haciendo nada indebido, ni actuando con egoísmo, no enojándonos fácilmente, ni guardando rencor. No gozándonos de la injusticia, sino regocijándonos de la verdad. Que este amor que todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta, se manifieste abundantemente de nosotros hacia nuestro prójimo, fluyendo constantemente, gracias a que habita en nuestro corazón el Espíritu de Dios. (1 Corintios 13:4-7).

Podemos empezar a practicar el amor al prójimo y a nuestros hermanos, de manera inmediata, práctica y notoria, porque nos ha sido provisto por Dios la capacidad para hacerlo, ¿y tú, ya comenzaste a caminar por este camino de excelencia?   Oración.

«Padre, me has amado con amor eterno y por la gracia de Cristo, derramaste en mi corazón el Espíritu de la promesa, para que ahora pueda vivir en comunión con mis hermanos y llevando el verdadero amor a mi prójimo. Te ruego que tu amor me impulse cada día a andar este camino de excelencia y plenitud, en Cristo Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.