miércoles, 26 de febrero de 2020

Una posición de honor que no merecíamos


Una posición de honor que no merecíamos

 “Aconteció que cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió, y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”. Lucas 3:21-22
“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto. Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor….. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos”. Lucas 4:1; 14-
Este es un pequeño resumen del ministerio del Espíritu Santo y su acción sobre la vida de Jesús. En su bautizo y mientras oraba, el cielo se abrió y descendió sobre Él. Jesús fue fortalecido por el Espíritu en la tentación en el desierto y fue llevado a Galilea en el poder del Espíritu donde se difundió su fama cuando predicaba, enseñaba y sanaba. Jesús era un hombre ungido por el Espíritu Santo y no hacía nada sin su asistencia.
Jesús oraba por mantener una relación íntima de amor con su Padre y experimentó una ininterrumpida y dulce comunión con Él. A lo largo de los cuatro evangelios encontramos a un Jesús morando en la presencia del Padre y haciendo su voluntad. Oró para tomar las decisiones más importantes, para pedir dirección, para interceder por sus discípulos y por todos los que iban a creer en Él.
Jesús es un ejemplo de un hombre lleno del Espíritu y su secreto era la oración. No sólo oró, sino que animó a los que estaban con Él a orar siempre y no desmayar, para que no se agobiaran por las preocupaciones de la vida, oró por las cargas y necesidades de otros, oró por fuerza para sí mismo y para soportar su prueba más dura: la cruz. La oración fue la que sostuvo a Jesús a lo largo de todo su ministerio terrenal.
Jesús experimentó todas las presiones, cargas y tentaciones de esta vida, por eso nos dejó al Espíritu Santo para que fuera nuestro aliado y camináramos también con Él. Aquel que intercede, que nos da su poder en los momentos de debilidad, que nos da visión y sabiduría, que nos alerta, redarguye y nos ilumina con la Palabra de Dios para que aprendamos a hacer su voluntad. Tenemos todo lo que necesitamos para vivir en la plenitud del Espíritu. Oración.
«Señor Jesucristo, gracias por ser mi ejemplo, por enseñarme a orar y por enviar a tu Espíritu para que me fortalezca en medio de las presiones y tentaciones de este mundo. Quiero como tú vivir siempre en comunión con Dios, dejándome guiar por tu Santo Espíritu y llenarme de su poder para vivir la vida en abundancia que me prometiste. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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