lunes, 5 de febrero de 2024

 Más que bendecidos. Parte 2

“Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia”, Efesios 1:6-7
En los primeros 6 versículos del libro de los efesios Pablo nos instruye acerca de la bendición de Dios sobre los creyentes recordándonos que fuimos bendecidos con “toda bendición espiritual” y nos habla acerca de la obra de Dios Padre que consistió en escogernos y predestinarnos (darnos un destino) como sus hijos. En los versículos siguientes nos explica, que si bien el Padre diseñó este perfecto plan de salvación, fue Dios Hijo quien lo realizó muriendo en una cruz por todos nosotros. El texto dice así:
“En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo.” Efesios 1:7-12.
Así que resumiendo las bendiciones que tenemos en Cristo podemos decir que somos: Aceptados, redimidos (Jesús pagó nuestro rescate con su vida), llenos de sabiduría e inteligencia espiritual (para andar sin tropezarnos), conocedores de la voluntad de Dios (de su plan de salvación y de sus bendiciones), uno en Cristo (lo que es verdad para Él, es verdad para nosotros), herederos (de su reino) y que tenemos un propósito: “alabar la gloria de su gracia”
Todas las bendiciones de nuestro Padre Celestial a nuestra disposición, todo a través de la obra de Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, sin nosotros merecer ninguna cosa, solo porque Dios lo ha querido, porque desde antes de nacer nos amó y nos quiso salvar por la fe en su Hijo Jesús. Oración.
«Gracias señor Jesucristo por el regalo de salvación, gracias por morir en una cruz por mi y darme libertad del pecado y de la muerte. Gracias por abrir la puerta de las bendiciones que Dios Padre me ha dado. Amén.