lunes, 6 de mayo de 2024

Dios de Promesas

 

Dios de Promesas

“Dios no es hombre, para


que mienta, Ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?” Números 23:19

“porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.” 2 Corintios 1:20

Hoy meditaba sobre ¿Por qué al ser humano le gustan las promesas? Y es que, si lo pensamos bien, ellas nos dan una esperanza hacia algo que anhelamos recibir en un futuro. No sabemos cuándo se cumplirá, ni cuánto tiempo tardará, basta sólo con esperar con alegría el momento en el que ésta se realizará; aunque, dependiendo de quién sea el que nos prometa, sabremos esperar, o por el contrario, perderemos la esperanza de que ese sueño se vuelva realidad. Pero, a las promesas que hoy hacemos mención no son las que hace cualquier persona ¡No! las que resaltamos en éste devocional son las promesas de Dios, que sin importar si lo merecemos o no, se cumplen porque dependen de su carácter inmutable.

Alrededor de la biblia encontramos diversos ejemplos en los que Dios cumplió a cabalidad con Su palabra, como por ejemplo con Abraham, cuando le dijo que, aunque él era viejo, su esposa estéril y no tenían hijos, su descendencia vendría a ser como las estrellas que están en los cielos o la arena que se encuentra a la orilla del mar (Génesis 22:17), y cómo no mencionar el nacimiento de nuestro Salvador, una promesa hecha para la salvación de la humanidad (Génesis 3:15, Lucas 2:11).

Hermano, hoy te invito a que no dudes de la Palabra de Dios pues como dicen las Escrituras fiel es el que ha hecho la promesa, y adicionalmente nos recuerda que Jesús quien es nuestra esperanza jamás nos defraudará, tan solo no permitas que desmaye tu fe (Hebreos 11:1,6; Santiago 1:6)   Oración.

«Padre, te alabo y te bendigo porque me has permitido ser testigo del cumplimiento de tus promesas. Tú nunca fallas, no cambias de parecer, ni llegas tarde. Señor Jesús en ti está puesta mi esperanza y sé que jamás será defraudada, amén.