La oración es sencilla pero poderosa
“Y busqué
entre ellos hombre que hiciese vallado y que se pusiese en la brecha delante de
mí, a favor de la tierra, para que yo no la destruyese; y no lo hallé.”
Ezequiel 22:30
“si se
humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren
mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los
cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” 2 Crónicas 7:14
Cuando
oramos Dios interviene en la tierra, esta es una promesa que Él dejó en su
Palabra, para que se hagan manifiestas las obras de sus hijos y se haga visible
todo el amor que ha dispuesto en nosotros por su Santo Espíritu (Romanos 8:26),
por eso oramos, para que el mundo se reconcilie con Dios y muchos lleguen al
conocimiento de la verdad.
Dios, a
través de la oración, también interviene en nuestra vida para bien, pues cuando
confesamos nuestros pecados Él es fiel y justo para perdonar nuestro pecado y
limpiarnos de toda maldad (1 Juan 1:9). En la oración Dios nos examina y mira
si hay maldad en nosotros, si hay algo que guardemos en nuestro corazón que no
le agrade y por supuesto no nos conviene, para indicarnos el camino correcto
(Salmos 139:23-24, Proverbios 21:2).
También
cuando oramos por la necesidad de otro, estamos haciendo el acto de bondad más
grande, porque estamos practicando el mismo sentir de Jesús: “Y al ver las
multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas
como ovejas que no tienen pastor” (Mateo 9:36).
Por esto,
Jesús nos enseñó a hablar con el Padre, a pedir por medio de Él, dándole de
antemano gracias y gloria, colocando toda necesidad en sus manos soberanas y
poderosas, reconociendo que de Él es el reino, y el poder, y la gloria, por
todos los siglos (Mateo 6:9-13). También, acercándonos con confianza, pues Dios
tiene cuidado de nosotros (1 Pedro 5:7). En esto está el poder de la oración,
en la confianza que depositemos en el Padre eterno que todo lo puede (Lucas
1:37), pues no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos
nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? (Romanos 8:32).
¿Y tú, ya dispusiste tu corazón para orar a
Dios, por medio de Jesús? ¡Vamos a orar!
Oración.
«Señor,
gracias soberano Dios, puedo entrar confiadamente por medio de Jesús a tu
presencia y depositar en ti toda mi ansiedad, sabiendo que tus oídos están
atentos a mis oraciones y que no te son indiferentes mis necesidades, te adoro
oh Dios. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.