miércoles, 15 de enero de 2025

Lucha por la verdad”

 


“Lucha por la verdad”

“Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca”. Apocalipsis 2:12-16

Ahora las palabras del Señor Jesucristo van dirigidas a la iglesia de Pérgamo, que no había renunciado a la fe a pesar de las persecuciones, los reta a que luchen por la verdad, que no se aferren a las falsas enseñanzas, ni toleren la impureza sexual. Llama a su iglesia al arrepentimiento y a la pureza, a entender que la verdad es lo que importa. Recordemos que la ciudad de Pérgamo era un gran centro religioso pagano con muchos templos dedicados a dioses falsos. El apóstol Juan le dijo a esta iglesia en Pérgamo, que allí estaba el trono de Satanás.

El libro de hebreos se refiere a la Palabra de Dios como la espada de dos filos, (Hebreos 4:12). En este contexto el Señor la iba a usar contra su propia iglesia. Cristo alaba a su iglesia: en Apocalipsis 2:13 dice: “Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.»

Lo primero que el Señor dice es que sabía dónde moraba esta iglesia. Era un lugar especialmente difícil para una iglesia, ya que allí estaba «el trono de Satanás». No era simplemente que Satanás estaba en aquella ciudad, sino que allí había establecido el centro de su poder. El Señor, y algunos creyentes en Pérgamo, eran conscientes de la realidad de la guerra espiritual que se estaba llevando a cabo en ese lugar.

Y no deja de sorprendernos que una ciudad tan culta desde un punto de vista humano, centro del saber y del conocimiento, fuera vista por el Señor como el «trono de Satanás». No olvidemos que la sabiduría de este mundo nada tiene que ver con la sabiduría de Dios, (1 Corintios 3:19).

El Señor reconoce la fidelidad de su iglesia en medio de las difíciles circunstancias en las que se encontraba. Era un hecho que la oposición no había logrado debilitar el celo de los cristianos.

Cristo reprende a su iglesia, haciendo referencia cuando al profeta Balaam fue inducido a maldecir a Israel y no pudo. Lastimosamente el pueblo se contaminó de paganismo cuando se mezclaron con la cultura moabita. Esta doctrina de Balaam había logrado introducirse en la iglesia en Pérgamo y ellos también habían comenzado a comer cosas sacrificadas a los ídolos y a cometer fornicación. No participar de esas celebraciones implicaba separarse socialmente y había mucha presión para adaptarse a esas costumbres y evitar la persecución.

Hoy algunos creyentes con la excusa de predicar el evangelio a los inconversos, también hacen concesiones, usando el argumento de que hay que adaptarse a los nuevos tiempos. Cuando el cristianismo se mezcla con el paganismo pierde su identidad y su valor. El problema en la iglesia en Pérgamo no era sólo su participación en las prácticas del mundo, sino también la aceptación de ciertas doctrinas heréticas.

Aunque la tolerancia está de moda en nuestra cultura moderna, la iglesia no puede permitir ni actitudes pecaminosas, ni enseñanzas heréticas. Si no se ejerce una sana disciplina terminamos aceptando todo aquello que el Señor aborrece.

“Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca”. (Apocalipsis 2:16). El único remedio para cualquier conducta pecaminosa es arrepentirse, porque de otro modo, Dios mismo intervendrá con la espada de su boca para acabar con aquellas cosas que no le agradan. ¡Hermanos luchemos por la Verdad!     Oración.

«Amado Jesús, lléname con tu Palabra, no permitas que cualquier actitud pecaminosa en mí, comprometa el testimonio de tu iglesia, llévame a la santidad y a ser luz en medio de las tinieblas, a defender la sana doctrina a pesar de la presión que esto conlleva, quiero escuchar solo tu voz Espíritu Santo, ayúdame a aferrarme a tu verdad a pesar de la cultura donde vivo, mantenme fiel a ti, amén.

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