jueves, 11 de julio de 2024

Un alma por un alma

 


Un alma por un alma

“He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.”, Ezequiel 18:4

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;”, 1 Pedro 3:18

En el alma están nuestros pensamientos, nuestra voluntad y nuestras emociones o sentimientos. Nuestra alma por el pecado, permanecía esclavizada e inclinada a hacer el mal. Es decir, emociones desequilibradas, confusión en nuestros pensamientos, e inclinación a hacer lo malo y a decidir lo que no agrada a Dios, porque tomábamos decisiones que no tenían en cuenta a nuestro Creador.

Si el alma que pecare muere, estábamos muertos en nuestros delitos y pecados pero Cristo se ofreció una vez y para siempre por nosotros; en su cuerpo fueron colocados todos nuestros pecados y al morir Cristo fue ejecutada la sentencia que nos era contraría y fuimos libres(Colosenses 2:14). Un alma por otra alma.

El pasaje de hoy nos enseña dos verdades: somos responsables morales de nuestro pecado; lo segundo es que el pecado trae consecuencias y la consecuencia principal es la muerte, la separación eterna con nuestro Dios santo y justo (Romanos 6:23a), pero por amor, Él nos da, por medio de la fe en Jesucristo la salvación de nuestra alma, como lo dice la escritura: “obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas.” (1 Pedro 1:9).

Nuestros pensamientos, sentimientos y voluntad ahora son salvados para heredar la vida eterna por la gracia de Cristo y para gloria de Dios Padre, para que ahora por el poder de su Espíritu, pensemos lo bueno, sintamos el gozo de Dios y seamos guiados por el Espíritu a hacer la voluntad de Dios.  Oración.

«Señor, me has dado vida eterna por medio de Cristo, has colocado paz en mis pensamientos, puedo experimentar el gozo en mi vida aun en medio de circunstancias adversas y puedo decidir libremente agradarte porque ya no soy esclavo del pecado. En el nombre de Jesús, amén.

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