Hechos 3:9-10
Y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios. Y le
reconocían que era el que se sentaba a pedir limosna a la puerta del templo, la
Hermosa; y se llenaron de asombro y espanto por lo que le había sucedido.
Hay pasajes en la biblia que nos cuentan cómo las personas
que reconocieron a Jesús inmediatamente dejaron lo que estaban haciendo y le
siguieron, le adoraron y le sirvieron. Otros, en cambio, aún reconociéndolo no
quisieron dejar atrás su vida y sus cosas para seguirlo. ¿Tú que has decidido?
Si bien, como escribí ayer, el Señor trabaja de distintas formas, existen dos
muy comunes: las pruebas y las bendiciones. Las pruebas nos ayudan a darnos
cuenta de nuestra necesidad de Él. Las bendiciones nos recuerdan su gran amor,
misericordia y gracia que tiene con nosotros.
No creo que nuestra forma de reaccionar deba ser igual en
cuanto a saltar por todos lados como el cojo que ahora caminaba, pero sí estoy
convencido que nuestro compromiso y entrega deben ser iguales. Algunos serán
más extrovertidos y otros introvertidos al compartir las buenas noticias, pero
su compromiso y entrega deben ser totales al Señor.
¿Cuáles son las consecuencias de expresar a la gente lo que
Dios ha hecho en nosotros? Asombro. Espanto.
Imagínate la situación. Las personas estaban en el templo la
Hermosa queriendo pasar tiempo con Dios. De repente, rompiendo el silencio y el
orden, entra una persona saltando y gritando gloria a Dios. Las miradas están
fijas en él. ¿Quién es este tipo? ¿Por qué hace esto? ¿No es el que pide
limosna a la entrada porque no puede caminar? ¿Cómo es posible que ahora le
veamos brincar? ¡Sí, es el de la entrada! Dentro del milagro que acababan de
presenciar, hubo confusión, asombro y espanto nos dice la biblia. ¡Pero si
estaban en un templo! ¿No deberían ser más sensibles a lo que Dios hace? Si. La
realidad es otra. Pero no seamos tan críticos con ellos y mejor autoanalicemos
nuestra vida y pensemos cómo reaccionamos cuando alguien llega a nuestra vida
“brincando y gritando gloria a Dios” y rompe con nuestro silencio, nuestra
costumbre y nuestro confort.
Algunas personas se espantarán cuando les digas que quieres
entregar tu vida a Dios. Es normal. El miedo a lo desconocido no es nada raro.
Pero tú no debes desanimarte. Tú sí sabes y conoces lo que estás haciendo y
debes estar seguro que estás haciendo lo correcto. Por otro lado, habrá quien
se asombre e incluso pueda verte distinto por lo que estás haciendo. ¡Tal vez
piensen que ahora que quieres estar más cerca de Dios tú puedas orar con mayor
efectividad por ellos! Recuerda esto, ya sea una reacción o la otra que recibas
al compartir de Dios, nunca te olvides de que la conversación y el enfoque
deben estar siempre hacia Jesús.
Oración
Padre: gracias por ser tan bueno conmigo. Gracias por las
pruebas y también por tantas bendiciones. Hoy quiero entregarme a Ti y tomar el
compromiso de compartirte a los demás. Guíame para hacerlo de manera correcta.
En Cristo Jesús te lo pido.
Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario