Joás: De un Buen Inicio a un Trágico Final
La vida de Joás, rey de Judá, es un estudio interesante de
un personaje que inicio por la senda correcta, pero terminó en una desgracia
vergonzosa (véase 2 Cr. 22:10–24:27).
Sus cuarenta años de reinado lo vieron ir de un defensor celoso en el
servicio a Dios a un asesinato de quien hablaba la voluntad de Dios. Su reinado empezó en medio de una feliz
exclamación, “Larga vida al rey”. Este
terminó con sus propios siervos matándolo en la cama después de que fue herido
gravemente en batalla. Su coronación ocurrió
en la casa de Dios mientras estaba en el lugar tradicional de los reyes (2 Rey.
11:14). Para el tiempo de su muerte, su
desgracia fue tan grande que no fue sepultado en las tumbas de los reyes.
¿Qué lecciones podemos aprender de una vida de estas? ¿Cómo podemos evitar las dificultades y
peligros que vencieron al rey Joás?
¿Cómo podemos divisar las señales de peligro?
Un Inicio Fiel
Como bebé, Joás fue salvado de su cruel abuela, Atalía,
quien trató de matarlo y apoderarse del trono para ella misma (cfr. 2 Cr.
22:10-12). Joás fue llevado al templo y
criado durante seis años bajo el cuidado de Joiada, el fiel sumo sacerdote de
Dios. A la edad de siete años, Joás se
convirtió en rey (24:1). En ese tiempo,
a Joás le fue dado el testimonio (la Ley), la cual obviamente había estudiado a
los pies de Joiada, para guiarlo como rey.
Siguiendo a la coronación, el registro dice, “Y Joiada hizo
pacto entre sí y todo el pueblo y el rey, que serían pueblo de Jehová” (2 Cor.
23:16). El versículo siguiente muestra
la buena voluntad de ellos de poner en práctica la ley de Dios mientras
destruían el templo de Baal y mataban al sacerdote idólatra. La buena influencia de un maestro fiel es
vista en la temprana vida de Joás por medio de la declaración, “E hizo Joás lo
recto ante los ojos de Jehová todos los días de Joiada el sacerdote” (2 Cr.
24:2).
En una ocasión, el celo de Joás por hacer lo bueno, aun
excedió al de aquellos que habían ayudado en enseñarle los principios de la ley
de Dios. Joás quiso restaurar el templo
y mandó que esto se hiciera rápidamente.
Aquellos a cargo se tomaron mucho tiempo y Joás los reprendió
merecidamente. Ante su insistencia el
dinero se reunió más rápidamente, la obra fue emprendida, y la tarea fue
completada. En esta instancia, Joás
demostró que no solo era influenciado a hacer lo bueno, sino que también
influenció a los demás a hacer lo bueno.
Fue un noble principio.
El Proceso de Apostasía
Después de la muerte de Joiada, la vida de Joás dio un giro
descendente. El registro muestra cómo
las malas compañías apelaron a su orgullo.
En 2 Crónicas 24:17-18, leemos:
17Muerto Joiada, vinieron los príncipes de Judá y ofrecieron
obediencia al rey; y el rey los oyó. 18Y desampararon la casa de Jehová el Dios
de sus padres, y sirvieron a los símbolos de Asera y a las imágenes esculpidas.
Entonces la ira de Dios vino sobre Judá y Jerusalén por este su pecado.
El fiel siervo de Dios que anteriormente se doblegaba en
humildad ante Dios ahora era adulado y lisonjeado por los hombres malos que hacían reverencia
ante él. Como resultado, Joás dejó de
escuchar el consejo de los hombres justos y empezó a escuchar el consejo de los
impíos (cfr. Sal. 1:1).
Siguiendo ese consejo, Joás se olvidó de Dios, olvidándose
de la ley que le había sido enseñada en su juventud. Empezó a practicar lo malo y progresó en esa
maldad hasta que habían influenciado a toda Judá para que siguiera sus impíos
caminos. El buen rey había influenciado
al pueblo para ser a Dios era ahora el rey malo que lleva a sus súbditos a la
condenación. ¡Una tragedia!
El Endurecimiento del Corazón
Dios no renunció a Joás y al pueblo y en su primera
rebelión. La Biblia registra la súplica
del Señor para que retornaran y la creciente resistencia a su rogativas:
“19Y les envió profetas para que los volviesen a Jehová, los
cuales les amonestaron; mas ellos no los escucharon. 20Entonces el Espíritu de
Dios vino sobre Zacarías hijo del sacerdote Joiada; y puesto en pie, donde
estaba más alto que el pueblo, les dijo: Así ha dicho Dios: ¿Por qué
quebrantáis los mandamientos de Jehová? No os vendrá bien por ello; porque por
haber dejado a Jehová, él también os abandonará. 21Pero ellos hicieron
conspiración contra él, y por mandato del rey lo apedrearon hasta matarlo, en
el patio de la casa de Jehová. 22Así el rey Joás no se acordó de la
misericordia que Joiada padre de Zacarías había hecho con él, antes mató a su
hijo, quien dijo al morir: Jehová lo vea y lo demande” (2 Cor. 24:19-22).
Jehová los llamó al arrepentimiento a través de los profetas
(plural), pero ellos no escucharon.
Cuando Zacarías los reprendió con la verdad, lo mataron en lugar de
cambiar sus caminos. Por supuesto, la
muerte del profeta no cambió la verdad que habló. Meramente quitaron de en medio la fuente que
podía volverlos a la justicia.
Es declarada lúcidamente la culpabilidad de Joás. Se había apartado de sus principios de una
manera ofensiva, escandalosa y deshonrosa.
Todo el bien que había hecho en sus primeros días no serían recordados
porque había renunciado a ellos para convertirse en el abandaderado del error y
la maldad. Con seguridad, Dios no podía
recordar el bien, pero lo observaba como un traidor para lo malo (Ez. 33:13).
Sin embargo, la paradoja es que sus propios contemporáneos,
de quienes buscó el favor, también se olvidaron de él en su muerte por medio de
sepultarlo alejado de los reyes (2 Cr. 24:25).
Lo usaron para conseguir lo que querían, pero al final lo dejaron a un
lado. La causa del pecado le costó todo,
pero no le dio nada a cambio. ¡Eso es lo
que pasa por negociar con el pecado!
Aprendiendo la Lección Hoy Día
La vida de Joás es un ejemplo clásico de apostasía. Aquellos que dejan al Señor y hacen que otros
se pierdan, a menudo son aquellos que tuvieron el más noble de los
inicios. Son levantados por padres
cristianos o se benefician de la influencia de los santos fieles, de los
ancianos y los predicadores. Esa
influencia dura por un tiempo y da lugar a un estallido ardiente de acción por
la causa de Cristo. Pero cuando llegan
los momentos de prueba, es dejado el camino de la verdad por las sendas del
pecado y del error.
La caída frecuentemente ocurre ante la entrada del orgullo
(Pr. 16:18; 29:23). Cuando un hombre
empieza a escuchar las adulaciones vanas de aquellos que buscan usar su
influencia, el resultado va a ser el desastre.
La Biblia está repleta con ejemplos afirmando este hecho. Una mirada breve a la historia de la
restauración en tiempos más recientes muestra la misma cosa. ¿Cuántas veces los predicadores populares se
han desviado del camino estrecho y angosto a medida que escuchan la adulación
de los hermanos adoradores? ¿Cuántas veces
aquellos que tuvieron un inicio modesto empezaron a comprometer la verdad a
medida que sus hermanos les ofrecían la presidencia de un colegio, una
redacción, u otros lugares de influencia?
Los privilegios ofrecidos por aquellos que aman el camino de lo malo
muchas veces ciegan sus ojos del alma piadosa que es luego seducida por el
orgullo.
Sin embargo, propiamente se ha dicho que los placeres del
pecado son solamente por un tiempo.
Cuando uno deja su lugar como siervo de la justicia para convertirse en
señor de aquellos que encabezan la apostasía, su gloria será de corta duración. Aquellos que han usado su influencia para
ayudar a la maldad de ellos termina desplomándose rápidamente. Quieren adentrarse más en la apostasía y él
es el único instrumento para iniciar el proceso. Al final, uno usado así será observado
negativamente por ambos lados. Cristo y
aquellos que continúan apoyando su verdad lo observaran como traídos. Satanás y aquellos que prosiguen en el error
se olvidarán de él porque él es meramente una figura transitoria para ellos.
Pueda Dios ayudarles a abrir sus ojos para que vean.
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