Nuestra vida es para Jesucristo
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que
si uno murió por todos, luego todos murieron; y por todos murió, para que los
que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por
ellos.” 2 Corintios 5:14-15
Hermanos en Cristo, el mensaje del evangelio, la palabra de
la cruz tiene una contundencia tal que cuando la entendemos de manera clara y
revelada, nuestra vida tiene una verdadera transformación y propósito.
Por diferentes motivos, muchos de nosotros creemos
inicialmente o aún seguimos creyendo que por haber buscado a Dios y tener el
anhelo de vivir según sus mandamientos, entonces Él nos va a recompensar
concediéndonos todo lo que nuestra alma desea, en otras palabras, pensamos que
acercándonos a Dios se van a resolver todos nuestros problemas y vamos a tener
una mejor calidad de vida; y esto en sí no es falso, pero sí tiene una base o
motivación errada y es básicamente pensar que todo gira alrededor nuestro, y
esto sí es totalmente equivocado.
Hermano, toda la Palabra de Dios se centra en Jesucristo, y
en Colosenses 1:15-16 se nos revela que todo fue creado en Él, por medio de Él
y para Él; ahora bien, nosotros que hemos creído en Él como nuestro Señor y
Salvador, la Escritura nos dice que si Él murió por nosotros, nosotros también
hemos muerto con Él y así como Él resucitó nosotros también resucitamos con Él
y aquí está el propósito: “para que los que viven, ya no vivan para sí, sino
para aquel que murió y resucitó por ellos.” 2 Corintios 5:15.
Cuando nosotros cambiamos nuestra manera de pensar y con ello
nuestro enfoque (como veíamos en el devocional anterior), pasando de nosotros a
Cristo, entonces se cumple en verdad la promesa del Señor registrada en Juan
10:10 “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
Esta vida abundante es por supuesto la vida de Cristo manifestada en nosotros,
esa vida en el Espíritu que se ocupa y pone su mirada, no en las cosas de la
tierra, no en sí mismo, no en el mundo, sino en lo celestial donde está Cristo
sentado a la diestra de Dios, y que entonces como resultado todo lo que en ella
se evidencia es la gloria de Dios (Colosenses 3:1-4), es decir, a Cristo mismo
y su fruto de paz, abundancia y plenitud (Juan 1:14,16, Romanos 8:6). Oración.
«Amoroso Señor, gracias por tu Espíritu Santo que mora en mí
y en todo el que tiene su fe en Cristo Jesús; te damos honra, gloria y
alabanza, porque si no es por Él que nos revela tu Palabra, propósito, voluntad
y misterios, jamás los podríamos entender; te damos gracias confiando en que
así como Cristo nos ha sido revelado también por tu Espíritu será cada día más
manifestado en nosotros y a través de nosotros, amén.
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