Comienza a moverte por fe
“Entonces Josué respondió a la casa de José, a Efraín y a
Manasés, diciendo: Tú eres gran pueblo, y tienes grande poder; no tendrás una
sola parte, sino que aquel monte será tuyo; pues, aunque es bosque, tú lo
desmontarás y lo poseerás hasta sus límites más lejanos; porque tú arrojarás al
cananeo, aunque tenga carros herrados, y aunque sea fuerte. Josué 17:17-18
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad
nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que
nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay
en el mundo a causa de la concupiscencia”. 2 Pedro 1:3-4
Por el liderazgo de Josué Israel había conquistado la tierra
de Canaán desde el norte hasta el sur. Josué les dijo a las tribus de Manasés y
Efraín, que, ya que eran tan numerosos y fuertes, se les daría más tierra y que
los bosques de la zona montañosa eran de ellos, y les mandó a expulsar a los
cananeos de los valles, aunque estos eran fuertes y tenían carros de guerra y
que tomaran posesión hasta los extremos más lejanos. Sin embargo, algunas
tribus no obedecieron las palabras de Josué y fueron negligentes en ir a poseer
la tierra que Dios les había prometido y tampoco expulsaron a los cananeos de
allí, esto fue el comienzo de muchos problemas para el futuro de Israel.
La realidad era que tenían miedo y no querían trabajar. Había
mucho territorio disponible, pero necesitaban esforzarse y tomar posesión de
él. Esto es lo mismo que nos sucede a nosotros: ¿Cuántas veces Dios nos ha dado
tremendas promesas, pero retrasamos su cumplimiento porque no hacemos la parte
que nos toca? tenemos tantas promesas disponibles de parte de Dios, pero no
hacemos nada para disfrutarlas, no actuamos en fe, nos quedamos quietos. El
Señor debe recordarnos en primer lugar que somos el pueblo de Dios y que Él va
delante de nosotros para que venzamos cualquier dificultad. Ya el Señor nos ha
asegurado la tierra prometida, la eternidad por medio de su sangre. Y nos
motiva a actuar con valor y determinación. No importa cuán fuerte sea el
enemigo, el pueblo de Dios es más fuerte. Como dice Romanos 8:37 “Antes, en
todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó”.
¿Qué nos está deteniendo para no avanzar? la pereza o el
conformismo, o la intimidación del enemigo, que nos hace sentir que no somos
capaces. Estamos olvidando lo que el Señor ya nos ha dicho: “Hijitos, vosotros
sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros,
que el que está en el mundo”. Si Dios nos ha hablado, comencemos a movernos por
fe.
Recordemos lo que somos en Cristo y aunque sea difícil
nuestro caminar en fe en esta tierra, Dios nos dará sabiduría y las fuerzas
para hacerlo, porque su promesa más grande ya está cumplida en nosotros, la
presencia viva y poderosa del Espíritu Santo, que es nuestro ayudador. Oración.
«Señor, quiero levantarme y conquistar lo que me has
prometido, por eso ayúdame a poner mis ojos en ti Jesús, autor y consumador de
mi fe. Gracias por entender que ya soy heredero de todas las promesas al
hacerme tu hijo, y que tengo acceso a toda bendición espiritual en los lugares
celestiales, gracias porque me has dado vida eterna, en el nombre de Jesús,
amén.
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