Nuestra convicción frente al futuro.
“Y yo os tomaré de las naciones, y os recogeré de todas las
tierras, y os traeré a vuestro país. Esparciré sobre vosotros agua limpia, y
seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os
limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y
quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y
guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra”, Ezequiel 36:24-27
Por amor a su santo nombre que estaba siendo deshonrado, Dios
hace algo extraordinario, difícil de entender incluso para su pueblo. La
vergüenza del pueblo de Israel por haber sido exiliado de su tierra, Dios la
usó para glorificar su nombre y exaltar su poder; su soberanía y sus propósitos
mucho más altos que los de los hombres fueron revelados en el momento menos
glorioso de Israel. ( Ezequiel 36:22, Ezequiel 36:24-25).
Ante esta situación tan extrema, Dios les anuncia por medio
de verdaderos profetas dos cosas importantes: primero que los iba a regresar
nuevamente a su tierra, pero en un tiempo determinado por Él (70 años).
Mientras tanto deberían casarse, tener hijos, edificar casas, continuar su vida
(Jeremías 29:5-6) y les advierte que no deben creer en falsos profetas que Él
no ha enviado, que les dan falsas esperanzas (Jeremías 29:8-9), puesto que él
enviaría su buena palabra otra vez y los sacaría del cautiverio y los llevaría
nuevamente a Jerusalén (Jeremías 29:10) y allí es donde ocurre lo que dice el
Señor: “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice
Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis.”,
(Jeremías 29:11). Dios tenía un plan con Israel, mucho más alto y mejor de lo
que ellos podrían esperar o tan siquiera imaginar, pues la vergüenza de Israel
sería el medio para glorificar su nombre y mostrar su poder. Efectivamente Dios
los devuelve a su tierra y los restaura, cumpliendo sus promesas.
¿Qué tiene que ver la situación que le sucedió a Israel en
ese tiempo con nosotros ahora?. Pues ahora para nosotros Dios ha enviado su
buena palabra (el evangelio) y nos ha liberado en Cristo Jesús, estamos en el
mundo pero no somos del mundo, hemos seguido viviendo nuestras vidas, pero
estamos llamados como lo fue Israel en su momento a glorificar el nombre de
Dios donde sea que estemos y en la situación que estemos pasando.
La iglesia ha caído muchas veces en vergüenza, ante el mal
actuar de algunos, sin embargo el Señor usa esa vergüenza para glorificar su
nombre, Él envía su evangelio a cada momento para restaurarnos y mostrar su
poder, para que la gloria sea de Él y no de nosotros.
En muchas circunstancias de nuestra vida sentimos pena y
hasta llegamos a preguntar dónde está Dios, pero él tiene planes de bendición
para nosotros no de mal, pero no para que nosotros seamos exaltados, sino para
que Él sea exaltado a través de nuestras vidas.
Hermano, atesora esta conclusión: Que la situación que estás
pasando hoy, en manos de Dios, sea para que Dios sea exaltado y tú bendecido. Oración.
«Padre, te entrego cada situación de mi vida, mis debilidades
y dificultades; en Cristo tengo seguridad que todo obrará para mi bien, pero
esencialmente para tu gloria, que tu nombre sea exaltado y mi vida bendecida.
En el nombre de Jesús, amén.
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