Hombre fuerte
“Ninguno puede entrar en la casa de un hombre fuerte y
saquear sus bienes, si antes no le ata, y entonces podrá saquear su casa.” Marcos
3:27
“Cuando el hombre fuerte armado guarda su palacio, en paz
está lo que posee. Pero cuando viene otro más fuerte que él y le vence, le
quita todas sus armas en que confiaba, y reparte el botín.” Lucas 11:21-22
Cuando hablamos de que debemos ser como aquél hombre fuerte
que describe el evangelio de Marcos, no estamos refiriéndonos a una fuerza que
provenga de nuestra propia capacidad, sino más bien a la fuerza que nos otorga
el Señor. Y es que justamente eso es lo que nos explica el evangelio de Lucas
cuando manifiesta que: “el hombre fuerte armado guarda su palacio”, el
evangelista utiliza aquí la palabra griega kadsoplízo (καθοπλίζω) y con ésta
nos indica que se puede decir que aquél hombre es fuerte porque ha sido equipado
completamente con una armadura, ¿Con qué tipo de armadura? Con la armadura de
Dios (Efesios 6:10-18). De la misma manera que aquél hombre fuerte (que
describe la biblia) ha sido equipado con una armadura, tú y yo también lo hemos
sido, pues es necesaria esta armadura para poder resistir en el día malo y
estar firmes contra las asechanzas del diablo, aquellas que quieren que en
nuestra mente hayan ataduras, que como lo mencionamos en el día de ayer, son
tan sólo mentiras, pensamientos errados que hemos dejado arraigar en ella y que
al no quererlos soltar nos debilitan y terminamos abriendo brechas para ser
saqueados, y lo peor, ser usados como instrumentos de división, en nuestro
hogar, comunidad o el mundo en general.
Hermanos, a las ataduras, la Biblia las compara con el lazo
de un cazador, y el enemigo las está utilizando para que al ser atados podamos
ser presa fácil para ser devorados, no sólo nosotros, sino también nuestras
familias, nuestro entorno en general. La buena noticia es que el Señor a través
del Salmo 91:3a nos revela que es Él mismo quien nos libra del lazo del cazador
pues Él es el único que puede llevarnos a entender, por medio de la comunión de
Su Santo Espíritu, cuáles son esas ataduras que tenemos en nuestra mente y que
debemos derribar y llevar cautivas a la cruz, pues se están levantando en
contra de la Verdad de Jesucristo (2 Corintios 10:5). Cuando entendemos ésto y
nos aferramos a Su Palabra encontramos fortaleza, pues la fe en Su palabra es
lo único que nos permitirá apagar todos esos dardos del enemigo, pues Su Verdad
es escudo y adarga (Salmos 91:4b). Oración.
«Padre, gracias por darnos una armadura completa para que
como dices en Tu Palabra podamos apagar todos esos dardos que continuamente el
enemigo nos lanza con la finalidad de atar nuestros pensamientos para
destruirnos. Gracias por revelarnos Tu Palabra pues tú dices en ella que
conoceremos la Verdad, Cristo, y la Verdad nos hará libres. Amén.
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