El Señor es mi Pastor
“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de
delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú
estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento Aderezas mesa
delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi
copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos
los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”. Salmos
23:1-6
Este es uno de los salmos favoritos de los creyentes de todos
los tiempos, porque en él encontramos aliento y confianza en Dios para afrontar
cualquier situación de la vida. Aquí también vemos la figura de Cristo como “el
buen pastor”, exaltada varias veces en el Nuevo testamento; como en Juan 10:11
“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas” y en 1 Pedro
2:25 “Porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto
al Pastor y Obispo de vuestras almas”.
Este salmo tiene una relación con el salmo anterior y el que
sigue. Ya que en el salmo 22:1;7-8;14-18 vemos al salmista profetizando
detalles del sufrimiento y crucifixión del Señor Jesucristo que se narran en
los evangelios y en el salmo 24 se describe la gloria que tendría nuestro
Salvador tras su muerte en la cruz, siendo exaltado como el Rey de gloria.
“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas, y alzaos vosotras, puertas eternas, y entrará
el Rey de gloria”, Salmo 24:9
Este salmo que está en medio de los dos, muestra la
experiencia cristiana al recibir todos los beneficios del sacrificio redentor y
la promesa de que participaremos de su gloria eterna. Jesús mismo dijo que las
Escrituras daban testimonio de Él, como dice Lucas 24:44 “Y les dijo: Estas son
las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se
cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y
en los salmos”.
Debemos pedirle al Espíritu Santo, que nos abra el
entendimiento para comprender su Palabra y saber que desde Génesis hasta
Apocalipsis aparece revelada la figura de Cristo como el Rey Redentor, el Dios
Salvador, y que esto nos lleve a ser agradecidos, porque en Él se han cumplido
todas las promesas hechas por nuestro Padre Celestial.
Este salmo se centra en dos metáforas: el pastor (salmo
23:1-4) y el anfitrión (Salmo 23:5-6), pero también muestra las etapas de
nuestra vida cristiana donde toda necesidad espiritual, emocional y física es
suplida por nuestro Pastor; el paso por “el valle de sombra de muerte” donde el
Señor nos brinda su compañía y nos libra del temor en nuestro caminar por este
mundo; y finalmente el disfrute de la eternidad con Él donde todo será culminado
para la gloria y honra de su Nombre por los siglos de los siglos. Oración.
«Así como el Rey David autor de este salmo, quiero decirte
que eres mi Pastor y nada me faltará, porque contigo lo tengo todo. Soy oveja
de tu rebaño y me siento cuidado por ti. Gracias porque me ves, me conoces y me
amas, por protegerme, por alimentarme, por guiarme a manantiales de agua viva.
Gracias por dar tu vida por mí en esa cruz, por ungirme con la presencia de tu
Santo Espíritu y porque me guiarás todos los días de mi vida hasta la
eternidad, amén.
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