La higuera sin fruto
“Dijo
también esta parábola: Tenía un hombre una higuera plantada en su viña, y vino
a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñador: He aquí, hace tres
años que vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala; ¿para
qué inutiliza también la tierra? Él entonces, respondiendo, le dijo: Señor,
déjala todavía este año, hasta que yo cave alrededor de ella, y la abone. Y si
diere fruto, bien; y si no, la cortarás después”. Lucas 13:6-9
“Yo soy la
vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva
mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer. El que en mí no
permanece, será echado fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los
echan en el fuego, y arden”. Juan 15:5-6
¿Existe una
relación entre esta parábola y la forma como estamos manejando nuestra vida?
Creo que todos alguna vez hemos pensado en el propósito de nuestra existencia
en esta tierra y la finalidad que tenemos ocupando un espacio en este planeta.
Esta higuera puede ser un símbolo de nuestra vida. Estamos vivos y tenemos un
lugar, pero, ¿estamos dando fruto?
Dios es
nuestro amo y Jesús es el Jardinero; y allí está, frente al Padre, rogándole
más tiempo de gracia, para que no seamos desechados como la higuera estéril. Él
nos observa con amor, cava la tierra y la abona alrededor nuestro con el
evangelio y nos limpiará y quitará la maleza, aunque puede ser un proceso
doloroso, para que seamos renovados y tengamos la oportunidad de que demos
fruto. El fruto que espera es una vida de acuerdo a Dios, llena del amor que
viene por el Espíritu Santo, de entrega genuina y servicio.
Vemos como
el dueño de la viña, después de haber esperado mucho tiempo, le da un año más a
la higuera para que cargue fruto; sino, será cortada. El señor Jesús no quiere
reemplazarnos, quiere darnos la oportunidad para que seamos productivos. El Jardinero
no dejará el destino del árbol a su suerte, por eso renueva la tierra, se
asegura que el agua llegue a sus raíces y lo abonará hasta redimirlo, así el
árbol no podrá reclamar el crédito de su salvación.
Jesús es el
único que puede transformar algo estéril en fértil, por eso, hace todo lo
posible para que recibamos su Palabra como el abono y la guía del Espíritu
Santo como ese torrente de agua viva, que nos ayudará a regenerarnos para que
seamos cristianos fructíferos. Todo el crédito de nuestra salvación se la
debemos a Él, que dio su vida para rescatarnos.
Esta
parábola nos enseña que Dios es misericordioso y está dispuesto a perdonarnos,
pero también nos muestra que la misericordiosa paciencia del Altísimo tiene un
límite, es mejor arrepentirnos mientras aún tenemos la oportunidad de hacerlo,
aprovechando este tiempo de gracia que Jesús nuestro Jardinero está pidiéndole
al Padre, para que volvamos a Él, le reconozcamos como nuestro Señor y Salvador
y le demos la oportunidad de cambiar nuestro destino eterno y no ser cortados
de su Presencia.
Mateo 3:8
dice: “Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento”, por eso es el momento de
dar un cambio radical en nuestra vida, conocer su Palabra, dejarnos moldear por
Jesucristo y ser llenos de su Santo Espíritu para ser ramas fructíferas en sus
manos. Oración.
«Gracias
Señor Jesús porque has tenido paciencia conmigo, hoy me llamas al
arrepentimiento y a un cambio genuino en mi vida, sé que esto sólo lo puedo
lograr con tu Palabra y con la dirección de tu Espíritu, por eso, tomo la
decisión de recibirte en mi corazón como mi Único Señor y Salvador y me
dispongo a dejarme moldear por ti, hazme una rama fructífera. En Cristo Jesús. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
Amén.
ResponderEliminarAmén.
ResponderEliminarAmén.
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