miércoles, 9 de abril de 2025

Más amor para compartir

 


Más amor para compartir

“Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él.” 1 Juan 4:15-16

“Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.” 1 Juan 4:11-12

La manifestación de amor de Dios para con nosotros en Cristo Jesús, es un regalo que estamos llamados a disfrutarlo, pero también a compartirlo. Es tan poderoso el impacto que tiene el amor de Dios en las personas que de nuestra parte lo reciben que, dice la Palabra, es como si a través de nosotros Dios se les estuviera revelando. El amor de Dios, por su puesto, es tan contrario o diferente al amor humano o el que profesa el mundo, que cuando lo compartimos o lo extendemos a los demás, sin duda se reconocerá que es un amor que solo puede provenir de Dios.

Es por esto que, en nuestras fuerzas o en nuestra naturaleza carnal nos es imposible manifestar este amor, puesto que, la naturaleza pecaminosa está viciada o corrompida de tal manera que cuando ella recibe mal también da mal, cuando se ofende ella también ofende o busca venganza; guarda rencor, grita, se irrita, le gusta mentir, le gusta robar, es egoísta, envidiosa, vanidosa, entre otras; y todo esto es contrario a lo que Dios en su Palabra dice que es el amor, puesto que “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Corintios 13:4-7).

La buena noticia es que ahora cada creyente en Cristo Jesús, ha sido llenado con el amor de Dios en su corazón por el Espíritu Santo (Romanos 5:5), Espíritu Santo que cuando permanecemos en comunión con Él, nos fortalecerá e impulsará ya no a actuar según nuestra propia sabiduría, costumbres o vicios, sino según la verdad de Dios. Así que, ser intencionales y constantes en buscar comunión con el Espíritu Santo a través de los diferentes medios, como la oración y la Palabra de Dios, nos llevará indudable y genuinamente a reflejar o manifestar en nuestra vida y con nuestro prójimo las virtudes de su fruto, entre ellas, la primera y de las más importantes: el amor (Gálatas 5:22-23).    Oración.

«Padre, gracias por tu Espíritu, sin Él nada bueno en mi vida sería posible y constante; gracias Señor, por enseñarme cada día a permanecer en ti, en tu presencia y en comunión con tu Espíritu, pues he podido ver cómo mi manera de pensar, sentir y actuar que estaba viciada por el mal, se va cada día debilitando y transformando, de modo que genuina y sinceramente puedo tu amor compartir y reflejar, amén.

martes, 8 de abril de 2025

Amor para compartir

 


Amor para compartir

 “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16

“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados.” 1 Juan 4:10

Los pasajes Bíblicos de hoy nos muestran una preciosa, maravillosa y poderosa verdad, que nos deja ver la esencia misma de Dios, su amor; El amor de Dios tan grande, sublime y único que aun cuando eramos sus enemigos por causa de nuestro pecado, Él envía a su unigénito Hijo para que muriendo en la cruz, se cumplieran las justas demandas o se pagara el justo juicio que Él exigía por nuestro pecado, para que ahora, todo aquel que cree en Jesús como el que pagó por sus pecados, es decir, como su Salvador, no se pierda, sino que tenga vida eterna.

Dicho de otro modo, cuando nosotros estábamos destinados a una vida sin sentido, sin propósito y en esclavitud, e íbamos directamente a condenación, Dios, solamente por su amor, decidió salvarnos en Jesucristo, su amado y único Hijo. Es esta realmente la manifestación del amor más puro y verdadero que nos ha sido dada a conocer, el amor de Dios en Jesucristo (1 Juan 4:9); un amor que salva, que libera, que perdona, que tiene paciencia y misericordia, que provee y que nunca deja de ser (1 Corintios 13:4-8).

El amor de Dios no tiene límites ni condiciones, es eterno y para todos, es real y verdadero; y si tú quieres en tu vida tenerlo y experimentarlo, basta con que creas que de esa manera te ha amado Dios, recibe a Jesús en tu corazón con una sencilla y sincera oración (como la que está al inicio de este devocional), reconócelo como la manifestación del amor de Dios y recíbelo como tu Salvador, “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” Juan 3:16.

Finalmente, y como el título de este devocional, el amor es para compartir. Así que, comparte con amor y generosidad este devocional.   Oración.

«Amoroso Dios, en este nuevo día que me regalas de vida, anhelo recibir más de ti, de tu maravilloso e inagotable amor, y por esto hoy, confieso con mi boca y creo en mi corazón que tu amado Hijo Jesús, vino a este mundo por amor a mí y en obediencia a ti; Jesús: te declaro como mi Señor y Salvador, gracias por morir en la cruz por mis pecados para hacerme libre de condenación y darme una nueva, eterna, fructífera y abundante vida. Te alabo y te bendigo Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, amén.

lunes, 7 de abril de 2025

Fe para vencer, parte 2

 


Fe para vencer, parte 2

Efesios 6:16 “Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno.”

En ocasiones suceden cosas repentinas en nuestra vida, por ejemplo, enfermar gravemente, perder un ser querido, ser víctimas de robo o estafa, sufrir un accidente y cualquier otro hecho que se nos presente de manera inesperada. Realmente son situaciones que en el momento nos impactan y nos sorprenden tanto que nos pueden llevar a dudar del amor, el cuidado, la protección o el obrar de Dios en nuestra vida.

Pero lo realmente cierto, es que todos esos pensamientos de duda y cuestionamiento sobre Dios y su bondad, son verdaderamente, como lo dice el pasaje bíblico de hoy, dardos o flechas de fuego que vienen de parte del maligno, con la intención de entorpecer nuestra fe y endurecer nuestro corazón por el engaño del pecado, puesto que dudar o tener incredulidad acerca de Dios es pecado (Hebreos 3:12-13, Juan 16:9). Y a lo que nos exhorta el Señor a través de su Palabra es a que con el escudo de la fe detengamos y apaguemos todas esas mentiras que nos quieren alejar de nuestra única fuente de seguridad y bendición, que es la misma presencia de Dios.

La palabra de Dios en Hebreos 11:1 dice “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.”, es entonces la fe lo único que nos puede dar la confianza y seguridad de nuestro futuro, a pesar de lo difícil, oscuro, triste o desalentador que esté siendo o pareciendo nuestro presente. Adicional a esto, la fe, como dice Hebreos 11:6 es la disposición correcta de nuestro corazón para buscar a Dios, pues haciendo así podemos estar convencidos de que seremos grandemente por Él, galardonados, retribuidos o premiados. De manera que, si la batalla queremos ganar, el escudo de la fe debemos tomar y así los dardos del enemigo apagar.   Oración.

«Padre bueno, tu palabra dice “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” Nos invitas Señor, a que activando nuestra fe podamos comprobar en nuestra vida tu amor, tu bondad y fidelidad; así que, yo hoy te pido que me ayudes en la batalla de la incredulidad y por medio de la fe me permitas vencer, amén.

domingo, 6 de abril de 2025

Fe para vencer

 


Fe para vencer

 “Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo.” 1 Pedro 5:8-9

Cuando vienen las tentaciones y somos atacados por nuestro enemigo, es justo los momentos donde en mayor debilidad nos encontramos, pues son situaciones que nos ponen a prueba y más exactamente ponen a prueba nuestra fe, como dice Santiago 1:2-3 “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia.” En estas pruebas, tenemos la tentación de actuar según nos persuada nuestra propia sabiduría e inteligencia y no según lo que Dios en su sabiduría dice, somos tentados también a actuar en nuestro tiempo y en nuestras fuerzas, diferente al tiempo de Dios y en la fuerza del Espíritu Santo que es como deberíamos hacer.

Sin embargo, querido hermano, el Señor hoy nos está recordando y exhortando a que ganemos esa batalla contra nuestro principal enemigo que es Satanás, estando firmes en la fe, creyendo y poniendo por obra lo que Dios nos ha enseñado o nos está revelando. Generalmente y debido a que vivimos en sociedad, pasamos por diversas pruebas en la convivencia con nuestro prójimo, diferencias o desacuerdos con nuestra pareja, desobediencia o rebeldía de nuestros hijos, comentarios o actos incómodos o inadecuados de nuestros hermanos o compañeros, y tantas dificultades o inconvenientes que se nos pueden presentar en nuestro día a día, y por donde fácilmente le podemos abrir la puerta o ceder el paso a nuestro adversario.

Pero nosotros no hemos sido llamados a dejarnos devorar, sino, por el contrario, a vencer por medio de la fe, Santiago 4:7 dice “Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.  Oración.

«Amado Padre, gracias Señor por cada padecimiento en el que me permites estar, gracias porque permaneciendo firme en la fe he podido ver cómo finalmente eso obra para mi bendición, pues me permites crecer en fe, en carácter y en mi comunión contigo, te alabo y te bendigo en nombre de tu Hijo Jesucristo y con la unción y poder de tu Santo Espíritu, amén.

sábado, 5 de abril de 2025

Sellados con el Espíritu Santo

 


Sellados con el Espíritu Santo

 “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,” Efesios 1:13

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención.” Efesios 4:30

La Biblia, en diversas oportunidades nos revela que cada creyente en Cristo y su palabra de verdad, ha sido sellado por Dios con el Espíritu Santo, ¿por qué y para qué?

El Espíritu Santo le da testimonio a nuestro espíritu de que somos verdaderamente hijos de Dios, hijos que a pesar de ser adoptados, la gracia infinita del Padre, nos ha concedido todos los privilegios de un hijo natural, incluida la herencia (Romanos 8:15-16) herencia de la cual como dice Efesios 1:14, el Espíritu Santo es las arras o, en otras palabras, el adelanto hasta cuando llegue la redención de la posesión adquirida.

El pueblo que ahora es posesión absoluta y eterna de Dios, ha sido marcado con el Espíritu Santo, brindándonos una seguridad presente de nuestra salvación y una garantía de esa redención futura que aún esperamos, tal como lo expresa Romanos 8:23 “y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”

Realmente, la obra de nuestro Señor Jesucristo fue totalmente completada o consumada, no hay duda, ni sombra de variación, así que, somos verdadera e irrevocablemente posesión absoluta de Dios, en ubicación de hijos de Dios, herederos de Dios y coherederos con Cristo, pues así lo ha dicho, hecho y sellado Dios; en tiempos pasados cuando un rey ordenaba algo y quería garantizar que no fuera cambiado o alterado, lo sellaba con su anillo (Daniel 6:17, Ester 8:8); El Rey de reyes y Señor de Señores nos ha sellado con su Espíritu Santo.   Oración.

«Padre, gracias por amarme y darme seguridad y esperanza irrevocables; gracias porque con tu Espíritu me has sellado y me has dado las arras de mi herencia; alabo y bendigo tu Santo nombre, alabo tu gloria y la gloria de tu gracia, por Jesucristo tu amado Hijo, amén.

viernes, 4 de abril de 2025

Ungidos con el Espíritu Santo

 


Ungidos con el Espíritu Santo

 “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; A predicar el año agradable del Señor.” Lucas 4:18-19

“cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo este anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él.” Hechos 10:38

El Espíritu Santo además de ser nuestro ayudador (como lo vimos en el devocional anterior), también es nuestra unción.

Unción, que por su definición en griego significa el otorgamiento del Espíritu Santo, es lo que Dios ha hecho en cada persona que profesa su fe en Jesús. Cada creyente ha sido ungido por Dios con el Espíritu Santo (1 Juan 2:20,27). Ahora bien, esta unción, aparte de todos los beneficios que conlleva, ha sido hecha de manera especial para un propósito particular, propósito que podemos ver claramente de la vida de Jesús, pues es justo Él quien habla y a quien se menciona en las citas bíblicas de hoy respectivamente.

Dar buenas nuevas a los pobres, que en otras palabras es, predicar el evangelio del Señor al pobre de espíritu; sanar a los quebrantados de corazón; poner en libertad al esclavo del pecado y de Satanás y dar vista al ciego físico y espiritual, son apenas algunas de las obras que debemos y podemos llevar a cabo gracias a la unción que de Dios hemos recibido. Jesús dijo lo siguiente en Juan 14:10,12 “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras… De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre.”

Hermanos, que la revelación de esta profunda y poderosa verdad, acreciente nuestra fe, de manera que podamos ver la gloria de Dios obrando en nosotros y a través de nosotros por su Espíritu.   Oración.

«Bendito Dios, cuán maravilloso y misericordioso eres Señor. No solo me has salvado, sino que además de adoptarme como tu hijo en Cristo, me has hecho partícipe del reino de los cielos y en tus negocios me permites estar. Gracias por ungirme con tu Santo Espíritu, ahora comprendo que Tú estás en mí y que puedo permitir que obres a través de mí, amén.

jueves, 3 de abril de 2025

El Espíritu Santo, nuestro ayudador

 


El Espíritu Santo, nuestro ayudador

 “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, “Juan 14:16-17a

“No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” Juan 14:18

“Más el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.” Juan 14:26

Como el mismo Señor lo expone: cada día tiene su propio mal o trae su afán; es por ello que en nuestra vida de manera frecuente se nos presentan nuevos retos o nuevas oportunidades para avanzar y crecer en diferentes áreas: una responsabilidad diferente en el ministerio o cargo que ejerzas, una mudanza de residencia, un bien material para administrar, un primer hijo, un hermano para ese hijo, un intercambio académico, la transición de colegio a universidad, o de universidad al ámbito laboral, entre otras tantas cosas que se pueden presentar en la cotidianidad.

Sin duda, el ser humano, de la manera que lo ha creado Dios, está en la capacidad de responder a estos nuevos comienzos; sin embargo, cuando no contamos con la ayuda de Dios de manera oportuna y precisa, todas estas cosas nos pueden llevar a diferentes males, como por ejemplo, trastornos mentales y de sueño, enfermedades físicas, pérdidas, fracasos económicos, matrimoniales, ministeriales, familiares, sociales, entre otros.

Es por ello que, el Señor conociendo de antemano nuestra humanidad débil e imperfecta, decide de manera voluntaria y anticipada enviarnos un AYUDADOR, el Espíritu Santo, nuestro consolador, guía, abogado y defensor. El Espíritu Santo es una persona de la divinidad (Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas, pero un solo Dios verdadero (Juan 15:26)) teniendo así todos los atributos de Dios, entre ellos, todo lo sabe, todo lo puede y es amor; esa persona es la que cada creyente tiene hoy y todos los días, morando en su vida, estando en él; y está ahí en cada corazón para cumplir con toda voluntad y amor su labor, entonces, hemos de ser nosotros los que cada día seamos conscientes de ello, y le pidamos en todo momento que nos llene de Él; que su sabiduría, su poder, su fuerza, su gozo, su amor, su paz, su paciencia y todas sus virtudes invadan nuestro ser y nos lleven en su plenitud, a ser y hacer lo que se nos ha encomendado. Así que, como dice 2 Corintios 13:14, “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros. Amén.   Oración.

«Bendito Dios, gracias Padre por tu Hijo y por tu Espíritu; te alabo y te bendigo en este día, porque has sido bueno y misericordioso al enviarme a tu Espíritu a morar en mi corazón. Anhelo que cada día me hagas más consciente y entendido de su presencia continua en mi vida y de todo lo que Él está dispuesto a hacer en cada ámbito al ser mi ayudador, mi consolador, mi guía y Dios, amén.

miércoles, 2 de abril de 2025

Andar en vida nueva

 


Andar en vida nueva

“Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, más el espíritu vive a causa de la justicia.” Romanos 8:10

“si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” Gálatas 5:25.

Antes, cuando no habíamos recibido a Cristo en nuestro corazón, nuestro estado era: vivos en cuerpo, (un cuerpo que estaba esclavo del pecado) y, muertos en espíritu; en otras palabras, estábamos: vivos físicamente, pero muertos espiritualmente (Efesios 2:4-5).

Ahora, con Cristo en nosotros, tal como lo expone Romanos 8:10, debemos creer que nuestro cuerpo está muerto, en el sentido de ser un canal para pecar, pero que nuestro espíritu vive, para que ahora seamos medios, pero de la justicia, es decir, para hacer lo correcto, lo agradable a Dios. En este sentido, la Escritura en Gálatas 5:25 dice que, si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu, dándonos a entender que, si verdaderamente nosotros hemos recibido al Señor Jesús en nuestra vida, debemos permitir que sea justamente Él quien viva en nosotros.

Esa nueva vida que ahora por Cristo hemos recibido, la vida espiritual, no es precisamente para que la tengamos de adorno y sin estrenar, sino que, es un regalo precioso que se nos ha dado para vivirlo y disfrutarlo, para que justamente ya no seamos guiados, impulsados y esclavizados por los deseos de nuestra carne que se oponen a Dios, sino que nuestra vida la dirija, la controle y la gobierne el Espíritu de Dios, el mismo Espíritu que sustentó y llenó la vida de Jesús y más aún, el Espíritu que, le levantó de los muertos; así que, amados y bendecidos hermanos, según dice Romanos 8:11, permitamos que el Santo Espíritu de Dios vivifique nuestros cuerpos mortales, de modo que ahora, cada uno de nuestros miembros sean medios para la gloria de Dios; “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.” Romanos 6:11.  Oración.

«Padre Celestial, que la nueva vida que por gracia, por medio de la fe en Cristo Jesús me ha sido dada, la pueda vivir y disfrutar de tal manera que tú y yo, por medio de tu Espíritu, seamos uno en Cristo, para gloria de tu nombre, amén.

martes, 1 de abril de 2025

El propósito de Dios es bendición

 


El propósito de Dios es bendición

“He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho. Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía”, Génesis 28:15-16

Recordando la historia, Jacob viene huyendo de su hermano Esaú, quien quería matarlo, porque Jacob le había robado la bendición de la primogenitura a Esaú. Pero Dios le muestra a Jacob que Él es su protector y proveedor, y aunque estaba solo en tierra extraña y lejana, Él no lo abandonaría. Dios no abandona sus propósitos, pues con Abraham había hecho un pacto, el cual confirmó a su hijo Isaac y ahora a su nieto Jacob, y Dios le dice: “Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia. Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente”, Gén 28:13-14. No hay nada que pueda detener los propósitos del Señor.

Muchas veces los creyentes ignoramos la presencia de Dios y sus designios; así como le pasó a Jacob cuando dijo: “Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía”. El Señor lo ha dicho una y otra vez en su Palabra, que no nos dejará, ni nos desamparará, que estará con nosotros todos los días de nuestra vida hasta que él haya cumplido su propósito en nuestra vida.

Hermano, nuestro corazón puede descansar en la fidelidad y el poder de Dios; pues por su eterno e incondicional amor siempre lucha a nuestro favor, Dios no nos soltará hasta terminar la buena obra que inició en nosotros según su buena, perfecta y agradable voluntad. Oración.

Amado Dios, tú has prometido que me guardarás por donde quiera que yo vaya, que cumplirás tu propósito en mí; y he creído en tu Palabra, he descansado en tu fidelidad, pues tú eres mi escudo, mi fortaleza y mi alto refugio. Señor, te doy gracias por estar presente en mi vida, por ser mi protección y mi provisión. Amén.

lunes, 31 de marzo de 2025

 


El último encargo

«que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.», 2 Timoteo 4:2

«Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.», 2 Timoteo 4:5

El último encargo de Pablo a Timoteo es a predicar la Palabra de Dios; le encarga encarecidamente esta misión, sabiendo que iba a ser sacrificado, que su tiempo había terminado, pero estaba pasando la antorcha encendida con la luz verdadera; con la Palabra de vida y salvación acerca de Cristo.

Por esto, no había otra cosa más importante para Pablo que recomendarle la misión de anunciar el evangelio, pues ya durante muchos años, con persistencia y a pesar de persecuciones, cárcel y muchas dificultades, había guardado la fe, había acabado su carrera, pero con gran detalle y mucho amor, delega su misión a Timoteo para que continúe, siguiendo su ejemplo con toda paciencia y doctrina (2 Timoteo 4:7-8)

El último encargo de Pablo a Timoteo, es también para nosotros, para cada creyente: permanecer fieles a aquel que es fiel y que juró volver, y seguir anunciando las buenas nuevas de salvación, a tiempo y fuera de tiempo. Esto quiere decir que debemos aprovechar todos los recursos, todos los días, todas nuestras fuerzas para continuar la carrera de la fe, que implica permanecer en Cristo y no callar, no parar, no desistir de hablar de él.

Porque como el mismo Pablo, por el Espíritu lo declaró: “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16)

Anunciamos el evangelio para mostrar sus gloriosas riquezas, andando en el Espíritu como hemos aprendido en los anteriores devocionales, mostrando el fruto de amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza que está presente en nosotros. Anunciamos a Cristo mismo, permitiendo que su vida crezca y florezca en nosotros; con esto evangelizamos al mundo con el ejemplo y cuando abramos nuestra boca, nuestro testimonio será contundente y consistente con nuestra fe, para cumplir nuestro ministerio con excelencia, para gloria de su nombre.   Oración.

«Padre, tengo una misión de vida que define mi propósito, guíame por tu Santo Espíritu a que sea revelada en mí la vida de Cristo y ya no viva yo, que mi viejo hombre se quede en la cruz, y ahora sea la nueva naturaleza en Cristo Jesús que sea manifiesta en mi vida para gloria de tu nombre, amén.

domingo, 30 de marzo de 2025

La vida en el Espíritu, por el amor

 


La vida en el Espíritu, por el amor

“porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale algo, ni la circuncisión, sino la fe que obra por el amor” Gálatas 5:6

“El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.”, 1 Corintios 13:4-7

A veces decimos andar muy “espirituales”, pero no ofrecemos lo que ya tenemos por la gracia de Cristo. Por ejemplo, si alguien nos visita, muchas veces no somos amables, no le ofrecemos ni siquiera un vaso de agua. Si alguien nos ofende, vivimos resentidos y trayendo a la memoria la ofensa, en vez de “orar por nuestros ofensores”. Cuando nos confrontan, en vez de responder con amor, o callar por amor, devolvemos la ofensa, levantando la voz y haciendo valer con furia nuestras razones. No podemos quedarnos así como creyentes. Tenemos que activar la vida en el Espíritu, aplicando la fe que obra por el amor.

La fe también significa adherirse, es decir, tomar confiadamente algo que ya tenemos en Cristo; siguiendo nuestro ejemplo, si no hemos sido amables o pacientes, debemos tomar lo siguiente y ponerlo en acción: “El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni presumido ni orgulloso.”, (1 Corintios 13:4).

Si hemos tratado con dureza a alguien, o nos han ofendido, debemos colocar en acción la fe que obra por el amor y aplicar cuando dice: “No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor.” (1 Corintios 13:5)

Si no hemos perdonado, o hemos faltado a la verdad a nuestro prójimo, debemos adherirnos y creer lo que dice acerca de que el amor: “no se goza de la injusticia, más se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Corintios 13:7). No hay un límite para amar, con el amor de Cristo en nosotros, pero si hay una decisión que en la libertad de Cristo podemos amar: No dar espera para colocar por obra el amor de Cristo, que esta sea nuestra deuda diaria como dice Romanos 13:8 “No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley”   Oración.

«Padre, qué hermoso es saber que la fe en Cristo me enseña a vivir de manera práctica el amor con el que has llenado mi corazón; en cada situación puedo decidir, en la libertad de Cristo, poner en acción la fe que obra por el amor y aplicar todo el fruto de tu Espíritu, siendo amable, perdonando, enseñando la verdad del evangelio con mansedumbre, tomando todo de ti Jesús, amén

sábado, 29 de marzo de 2025

HABLANDO EN SECRETO CON DIOS.

 


HABLANDO EN SECRETO CON DIOS.

“Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.”, Mateo 6:6

El Señor Jesús nos enseñó a buscar la presencia del Padre, a entrar en el secreto. Antes de reunirse con multitudes, de alimentarlas, de sanarlas y perdonar sus pecados, se preparaba para que el poder de Dios se manifestara poderosamente (Mateo 14:14-21). Antes de ir a la cruz, en Getsemaní, estaba grandemente angustiado, tanto que sudaba sangre, pero buscó la intimidad con su Padre, en oración, para soportar azotes, vituperios, rechazo y se fortaleció para ir a la cruz, para nuestra salvación. (Mateo 26:36-39).

Así como Cristo nos mostró, también nosotros necesitamos ir a hablar en secreto con Dios para hallar descanso, verdadero consuelo, para que se aclare nuestra visión y para prepararnos para hacer su voluntad.

El descanso y el consuelo lo necesitamos porque hay cosas que nos roban la paz, y sólo en su presencia hay plenitud de gozo; pese a las dificultades y angustias que podamos estar pasando, Él nos dice en medio de los problemas de la vida: “Anda, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tras ti tus puertas; escóndete un poquito, por un momento, en tanto que pasa la indignación.” (Isaías 26:20-21). Hay cosas que nos angustian y en ese preciso instante necesitamos ir a depositar sobre Él nuestra ansiedad, en secreto, a solas con Él, para encontrar su paz.

Evidentemente por estas angustias y preocupaciones en la vida, el lugar donde debemos llevarlas no es al exterior, sino al lugar interior, donde cerramos la puerta, depositamos en Dios nuestras necesidades, agradeciéndole y como resultado experimentamos su paz que es sobrenatural. Es decir, a pesar de lo difícil que pueda estar sucediendo, su paz nos llenará de tranquilidad en medio de la adversidad. Esto es maravilloso, porque Él nos promete que nuestra mente y corazón estarán bajo su cuidado. (Filipenses 4:6-7). ¿Vas a hablar con Dios en secreto cuando estás angustiado? Si no lo haces, puedes hacerlo y experimentar su paz sobrenatural que está más allá de cualquier entendimiento.  Oración.

"Gracias Señor, porque en medio de las dificultades puedo hablar contigo y hallar paz y verdadero consuelo, solo tú secas mis lágrimas y puedo confiarte todo, a cambio tú me darás tu sobreabundante paz. Amén.

viernes, 28 de marzo de 2025

La vida en el Espíritu.

 


La vida en el Espíritu. 

“Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios.”, Romanos 8:6-8

La palabra griega usada para “ocuparse” en Romanos 8:6 es “frónema”, que tiene el significado literal según el diccionario de Strong de “modo de enfoque de pensamiento”. Y esto es sorprendente, pues podemos reflexionar ¿en que enfocamos nuestros pensamientos? De la respuesta que demos depende si tenemos una vida en el Espíritu o una vida en la carne; pues claramente la vida en el Espíritu es vida y paz.

Pero si nuestra tendencia es a enfocar en todo momento nuestros pensamientos en las cosas pasajeras de la vida, en los conflictos, en el amor al dinero, en los placeres no lícitos, sin dudar andamos en la carne. Cuando se dice “placeres no lícitos”, se refiere a aquellas cosas que siendo lícitas, se sobrepasa el límite que Dios coloca para nuestro bien; por ejemplo, comer es delicioso, es un placer lícito, pero comer sin control es perjudicial pues nos hacemos daño a nosotros mismos. El sexo es un placer maravilloso creado por Dios, pero solo es lícito en el matrimonio, entre un hombre y una mujer. Fuera de este compromiso, es fornicación.

En Efesios 2:3 nos explica lo siguiente: “entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás.”. En estas cosas nos ocupábamos antes y nuestro pensamiento se enfocaba solo en hacer la voluntad de la carne.

En contraste, en Cristo, ya tenemos el poder para no satisfacer los deseos de la carne y no dar rienda suelta a nuestros propios deseos egoístas, haciendo la voluntad de Dios por el poder de su Espíritu, y por naturaleza somos hijos de Dios, ya no vamos a conocer la ira santa de Dios sino su favor inmerecido, gracias a la obra de Cristo.

La vida en el Espíritu es opuesta al diablo, al mundo y a nuestra naturaleza de pecado heredada de Adán, por lo tanto solo por el Espíritu, en su guía, revelación y poder, podemos hacer morir esas obras infructuosas que nos llevan al fracaso espiritual y personal.   Oración.

«Padre es mi anhelo ocupar mi tiempo, mi vida, mi trabajo y mis pensamientos en las cosas del Espíritu, ya no dar rienda suelta a mis propios deseos, sino que por el poder que mora en mi corazón, vivir una vida que te agrade en todo lo que haga, porque vivo en Cristo Jesús, para gloria de tu nombre, amén.


jueves, 27 de marzo de 2025

Revístanse del nuevo hombre

 


Revístanse del nuevo hombre

“y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”, Efesios 4:24

“y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,”, Colosenses 3:10

El Señor nos llama y nos revela, por su palabra, a cada uno de los creyentes a colocarnos el ropaje de la nueva naturaleza; esto es algo que se hace de manera espiritual pero de forma muy práctica, pues lo que creemos o aquello con lo que nos identificamos, influencia radicalmente nuestra vida.

Es muy importante a qué creencia de vida nos aferramos, mucho más si tenemos en cuenta que creer en lo que dice la palabra viva de Dios, es algo transformador. Nos impulsa a pensar diferente y a tomar decisiones radicales, en contravía de nuestra naturaleza pecaminosa, y en contra de la corriente del mundo. (Juan 6:63).

Esto significa que, por la fe en la palabra de Dios, somos nacidos de nuevo, como dice 1 Pedro 1:23 “siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre”

Por esto Jesús le decía al religioso Nicodemo: “tienes que nacer de nuevo”, pero él no podía entender en su mente carnal, heredada de Adán; y Jesús le insistía que era un nacimiento espiritual, que solo podía ocurrir si Nicodemo colocaba su fe en el Hijo de Dios, por eso le dice “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)

Ahora que hemos aceptado a Cristo y hemos nacido de nuevo, enfrentamos una lucha diaria que implica despojarnos del viejo hombre, que está corrompido y tomar esta nueva naturaleza; por esto nos dice “vestíos”, pues es algo que ya tenemos y que debemos mantener a diario.

Por lo anterior, el llamado de la Palabra de Dios es a que: “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”, (Romanos 13:13-14).

Hermanos ya tenemos libertad, pero no para meter las manos en la candela y quemarnos, sino para vivir en la guía del Espíritu y por su poder que actúa poderosamente en nosotros, hacer morir las obras de la carne: “porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.”, (Romanos 8:13)    Oración.

«Padre, por el evangelio tengo la buena noticia de que mi vieja naturaleza, mi viejo hombre, fue crucificado juntamente con Cristo y que he sido resucitado juntamente con Cristo para vida nueva, ya no vivo yo, estoy en Jesús. Amén.

miércoles, 26 de marzo de 2025

DECÍDETE POR CRISTO

 


DECÍDETE POR CRISTO

"Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe", Efesios 2:4-9

La vida sin Cristo es incierta, porque se vive en pecados y transgresiones, aquí la palabra pecado es “hamartía”, una palabra de caza que significa errar en el blanco. El pecado es el fracaso en el intento de alcanzar una meta en la vida, esto sucede porque tenemos una concepción errada de lo que es el pecado. Para la mayoría de las personas pecado es solamente robar, matar, mentir, adulterar, etc., pero esas realmente son consecuencias del pecado. La Biblia describe el pecado como estar “separados de Dios”, sin tener en cuenta al Señor para ningún asunto de nuestra vida; no tener una relación de comunión con nuestro Creador. Eso es el pecado que nos lleva a actuar solo como creemos y pensamos.

Transgresión viene del griego “paróptóma” que significa resbalón o caída. Se usa para una persona que se equivoca en el camino y que cada vez se aleja más de lo que era su destino; una persona que transita por caminos peligrosos cada vez más lejos de la verdad. La pregunta es ¿Estamos caminando por el camino correcto, el que nos lleva a alcanzar la meta? O estamos caminando muertos en vida como Pablo describe a aquellos que están sin Cristo alejados de la vida de Dios.

El efecto del pecado es mortal, el pecado mata la inocencia, que una vez perdida no se puede recuperar. El pecado mata los ideales, cuando ya lo hemos hecho tantas veces que ya no sentimos remordimiento y cada pecado hace más fácil el siguiente y nos lleva a perder el propósito de vivir. El pecado mata también la voluntad cuando nos entregamos a un placer que no podemos evitar, porque una vez que algo se convierte en hábito crea la necesidad y cuando permitimos que nos domine un hábito nos volvemos esclavos de él.

Necesitamos que el Espíritu de Dios nos ayude en nuestra debilidad y renueve nuestra mente para poder batallar con nuestra carne. Sabemos que Dios perdona nuestro pecado, pero también entendemos que sus efectos nocivos permanecen y quedan cicatrices difíciles de borrar.

Cuando vivimos la vida de acuerdo con los valores de este mundo y no renovando nuestro entendimiento con el conocimiento de Cristo a través de su Palabra será difícil ser libre. El Señor dice en Juan 8:32 “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. La Verdad es Cristo y lo asevera en Juan 14:6 dice: “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”. El destino de todo ser humano es retornar a Dios.

Decidámonos por Cristo, si queremos vida debemos vivir como dice Romanos 8:6 “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz”. El Espíritu Santo es el único que puede regenerarnos, no es por nuestros propios esfuerzos sino por su poder que nos ayuda a vivir nuestra nueva naturaleza espiritual cuando dependemos de Él, busquemos estar siempre en comunión con Dios. Oración.

"Señor Jesucristo gracias por haberme rescatado de mi vana manera de vivir, ayúdame a no satisfacer los deseos de mi carne que me conducen a frustración y muerte, sino que me ocupe de vivir en el Espíritu, con una comunión verdadera y continua contigo para poder experimentar la vida abundante, tu gozo y tu paz. Amén.

martes, 25 de marzo de 2025

Morir al viejo hombre.

 


Morir al viejo hombre.

“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado.”, Romanos 6:6

El evangelio, la mejor y más grande noticia de todas, es una verdad que debemos saber, aceptar y experimentar. Pero que solo el Espíritu Santo nos lo puede revelar de manera personal a cada uno de nosotros; para ilustrar, es como si olvidáramos dónde guardamos las llaves de nuestra casa e hiciéramos fuerza para recordar, intentamos, buscamos por todos los rincones pero no hallamos nada, al llegar al desespero nos cansamos de intentar, ya rendidos y sin esperanza, de repente viene alguien y nos dice, ‘mira las llaves están encima de la nevera’. Y decimos, ‘cómo no se me ocurrió que estuvieran allí’. Descansamos y agradecemos ese favor.

El Espíritu nos revela verdades mucho más grandes y ocultas que ni el más grande intelectual del mundo puede entender, solo en su poder y por medio de la palabra de Dios se nos revela qué fue lo que pasó en la cruz y en la resurrección de Jesús y qué implicación tiene este hecho en la vida de cada uno de nosotros.

Por esto la fe es la puerta estrecha, solo cabemos uno a uno, es personal y nos obliga a dejar atrás nuestras preconcepciones y prejuicios, de esto se trata el arrepentimiento: cambiar nuestra manera de pensar y conocer la verdad y la verdad de Jesús nos hará libres.

De esto se trata, de saber que hay un hecho que determina nuestra existencia, y creer que cuando aceptamos a Jesús en nuestro corazón, lo que ocurrió es que fuimos colocados en él, en su muerte y su resurrección: ”Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección” (Romanos 6:5)

Como dice el versículo de hoy “sabiendo esto”, y ¿qué es lo que debemos saber?: que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado; pero también debemos saber que de la misma manera que Cristo resucitó, nosotros resucitamos para vivir una nueva vida. Nuestra fe es certeza, confianza y esperanza en algo que Dios dice y así es.

Por lo tanto, como hemos escuchado y aceptado esta verdad, considerémonos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.” (Romanos 6:11) y como consecuencia, podemos experimentar el efecto de no ser esclavos del pecado. (Romanos 6:12-14).   Oración.

«Padre, no tengo porque vivir esclavo, ni viviendo mi vida como la vivía antes, siguiendo solo mis deseos pecaminosos que me llevaban a hacer lo malo, ahora estoy unido a Cristo, para que el pecado no reine en mí, pues he sido hecho nueva creación, un nacimiento para vivir la vida que te agrada a ti. Amén.

lunes, 24 de marzo de 2025

Cristo en mí

 


Cristo en mí

“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”, Juan 17:23

“En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.”, Juan 14:20

Qué profundo cuando el Señor declara “vosotros en mí, y yo en vosotros”, y antecede esta declaración con “en aquel día”, ¿a qué día se refiere? Al día en que se cumpliera la petición de Cristo al Padre de “Otro consolador”, para que estuviera con nosotros para siempre: “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:17). Luego de su muerte y resurrección, cada uno de nosotros que cree en esta buena noticia, en su obra de amor por nosotros, recibe al Espíritu Santo y es sellado con él. Cristo mismo por medio de su Espíritu viviendo en nuestro interior. Por esto dijo a sus discípulos “mora con vosotros” y “estará en vosotros”.

Este es el cumplimiento de “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” (Juan 14:18), una promesa y un ruego de Cristo, que cambia nuestra vida para siempre. Somos insertados por medio de la fe, en la vid verdadera que simboliza a Cristo, para estar unidos a él, como él está en el Padre, esta comunión se extiende a nosotros; por esto somos llamados hijos de Dios tal como Cristo. Se cumple lo que dijo Jesús “Yo en ellos, y tú en mí”. Y como somos todos unidos a él, hay una perfecta unidad.

Cristo se dio así mismo, y en un momento dado experimentó el no estar en esa comunión con el Padre, cuando fueron colocados nuestros pecados en él, y gritó “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?” para que nosotros no experimentemos la separación eterna del Padre; cuando resucita, su victoria confirmó lo que nos fue dado: “dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” (Hechos 17:31).

Hermanos nuestra fe no es vana, es real, Cristo resucitó y por fe, al creer firmemente en esta esperanza verdadera, somos puestos en unión con Cristo resucitado a través de su Espíritu Santo, para vivir en la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo. (2 Corintios 13:14)    Oración.

«Padre amado, ahora puedo entrar al trono de gracia para recibir tu oportuno socorro, tu Santo Espíritu en mí confirma que soy tuyo gracias a la obra de Jesús y que estoy llamado a expresar esta comunión a través del amor a mis hermanos de la iglesia, para que el mundo sepa que tú enviaste a Cristo a morar en mí. Amén  

domingo, 23 de marzo de 2025

Andar en el Espíritu refleja su gloria

 


Andar en el Espíritu refleja su gloria

“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”, Gálatas 5:25

“de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”, Efesios 4:16

Andar en el Espíritu, para explicarlo de manera ilustrativa, es como cuando un padre toma de la mano a su niña pequeña, y si van andando por un camino pedregoso la toma mas fuerte, pendiente de cada paso para que, si tropieza, no dejarla caer. Si hay algún peligro inminente ese padre cuidadoso la carga en sus brazos y la levanta.

Andar en el Espíritu, se trata de confianza, pero también de intimidad profunda, siguiendo los pasos del Maestro. Se trata de caminar con Él y en cada paso, cada pensamiento, cada cosa que hacemos andando como Cristo anduvo cuando estuvo en la tierra, porque él ahora está en nosotros y esto nos motiva a reflejar los atributos de Dios, es decir, su gloria.

Pero este andar no es de vez en cuando, es diario y constante; caminar permaneciendo en él: “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” (1 Juan 2:6).

Cada paso que damos con él, nos lleva a ganar experiencia espiritual y por lo tanto madurez. Siguiendo nuestra ilustración del padre con su hija, mientras salen a caminar él le habla, le cuenta historias, le muestra cosas que la sorprendan y cada vez más se van conociendo; la hija va aprendiendo de su padre, tomando seguridad, de esto se trata la intimidad. (Hebreos 5:14)

Cuánto más nosotros, que Cristo vive en nuestro corazón, podemos escucharlo por medio de su Palabra, tenemos su mente, tenemos su amor en nosotros y además él nos llena de su Espíritu para percibir las cosas celestiales. Insertados en su iglesia, aprendemos de él, también, a través de nuestros hermanos, pues él habla también por medio de siervos que son usados como instrumento para edificación de cada uno de nosotros, que somos miembros de su cuerpo. (1 Corintios 2:16, Efesios 4:16 )

Aprendemos tanto de él, que somos impregnados de su olor, de su fragancia, muchos la perciben para vida, pero los que lo rechazan no les parece un olor agradable. (2 Corintios 2:15-16). Paso a paso, con cada pensamiento, cada palabra y cada acto vamos expresando a Cristo, reflejando a aquel que es nuestra esperanza de gloria, en comunión con nuestros hermanos.   Oración.

«Padre, Cristo es mi esperanza de volver a casa, gracias porque me diste vida nueva en él, y tu Santo Espíritu lo colocaste en mi corazón para darme esperanza y poder caminar contigo. Anhelo mi Señor otro nivel de intimidad contigo para reflejar a Cristo en todo lo que hago, para gloria de tu nombre, amén

sábado, 22 de marzo de 2025

Cristo en nosotros

 


Cristo en nosotros

“el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,”, Colosenses 1:26-27

“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”, Romanos 11:36

Una vez fuimos destituidos de su gloria por nuestro pecado, el Padre resuelve este conflicto a través de Jesús, enviándolo a él para volver a llevarnos a casa, a su gloria: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”, (Juan 1:14). Por esto dice la escritura que Cristo es la esperanza de gloria, la única esperanza de volver hacia donde debemos estar y quién debemos ser; con el Padre y para el Padre.

Cuando recibimos a Cristo, fuimos hechos nueva creación y el Padre nos crea en él, nos inserta en Cristo (nos une) para expresarse a sí mismo, para su propia gloria.

La expresión de todos los atributos es la expresión de su propia gloria, y por esto el Padre nos une a Cristo y nos hace su morada, por medio de su Espíritu Santo, para que ahora reflejemos su gloria: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” (Romanos 8:19); no es menor el privilegio que por gracia se nos dio, de manifestar en el presente, este misterio que estuvo escondido por siglos y es: Cristo en nosotros, la esperanza de gloria. (Colosenses 1:27)

Su iglesia, el pueblo santo de Dios, es la manera en que Dios manifestaría a toda la creación su amor, su inmensa bondad, todo el fruto del Espíritu Santo: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23), por esto, cada uno de nosotros fuimos colocados en su cuerpo, es decir, su iglesia. Todos miembros del cuerpo, pero todos unidos por el mismo Espíritu, como la rama del árbol, que necesita del tallo y de la raíz para sobrevivir. Nuestro Señor Jesús ilustra esta realidad espiritual con los pámpanos y la vid verdadera (Juan 15:5)

Por esta razón, debemos permanecer en Cristo y andar en amor, unos con otros, para que sea manifiesto al mundo que somos sus discípulos, sus hijos y tomar los atributos de su expresión, que son Cristo mismo viviendo a través de nosotros, para glorificar su nombre en todo lo que hacemos. Este es el sentido y el propósito de ser llamados hijos de Dios.   Oración.

«Padre, te glorifico porque Cristo está en mi y ahora puedo tomar todo tu amor y expresarlo a todos mis semejantes, crucificando cada día mi carne para que sea tu luz la que alumbre, para gloria de tu santo nombre, por el poder de tu Espíritu en mí, amén.

viernes, 21 de marzo de 2025

Instrumento en sus manos

 


Instrumento en sus manos

“El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.”, Hechos 9:15-16

“Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras,”, Romanos 15:18

Un instrumento es algo que alguien toma para hacer o producir algo; si es una pala o azadón, el que lo empuña lo usa como quiere bien sea para quitar la hierba o algún otro oficio; si es un instrumento musical, el músico logra sacar melodías. Ambos pueden usar bien sus instrumentos para tal fin, o usarlos mal y no lograr el objetivo. ¿Cuál es el punto, con esta ilustración?

Primero, que Dios es el que nos usa como instrumentos, pero él es perfecto y el que perfecciona al instrumento que usa. Y segundo, que no somos nosotros los que hacemos la obra, sino Él, que nos usa y refleja su gloria, sus atributos, por medio de nosotros; entonces es para su gloria, ¡no es de nosotros la obra, es suya!

Nosotros creemos en el que obra: “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:4-5). el Señor por su misericordia nos da el privilegio de ser sus instrumentos, y que además nos llena de su gracia para poder ser usados: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.”, (1 Corintios 15:10).

No es de nosotros, “no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” Así que entender, aceptar y creer esto, nos llevará a ser usados por el Señor, para que nuestro orgullo se quede lejos: “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.”(Santiago 4:6).

Esto nos debe enseñar que hay una manera correcta de servir a Dios y una manera incorrecta. Que no es en nuestra fuerza que le servimos, no en nuestra carne, sino andando en su Espíritu, permitiendo que su favor nos lleve e impulse por medio de la fe a hacer su voluntad, no la voluntad de la carne.

Esto evitará rencillas y divisiones en el interior de la iglesia, pues no vamos a pensar que somos algo, o que tenemos derecho a algo por encima de otro hermano: “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” (Romanos 9:16)   Oración.

«Padre, como dice el salmista, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria por tu misericordia y tu verdad, exaltamos tu nombre porque nos revelaste tu gloria y poder en Cristo Jesús, dándonos tu favor inmerecido y permitiéndonos ahora ser tus siervos, reflejando tus atributos por el Espíritu que colocaste en nosotros. Amén.

jueves, 20 de marzo de 2025

El camino a la exaltación

 


El camino a la exaltación

 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”, Filipenses 2:5-8

Nuestro Señor Jesús, descendió a lo sumo; primero se despojó de su riqueza “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.” (2 Corintios 8:9). Se despojó de sus privilegios, pues siendo Dios y pudiendo ejercer su poder, se sometió en completa obediencia a su Padre: “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.” (Juan 12:49).

Esto también lo podemos ver cuando fue traicionado y fueron a apresarlo; uno de sus discípulos trató de defenderlo con su espada y Jesús le dijo: “¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?” (Mateo 26:53). Entendemos, que si el Señor hubiera querido defenderse, en obediencia le pediría a su Padre, en oración, estas legiones de ángeles, pero no lo hizo para que se cumpliera la escritura, para hacer la voluntad de su Padre y tomar la posición de siervo. Todo esto demuestra que siendo Dios, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y la peor muerte de todas, la cruz.

Miremos hasta donde descendió Jesús, para luego ser exaltado hasta lo sumo. Pero, miremos hasta donde tenemos que descender nosotros, para hallar el camino de la exaltación para gloria de su nombre, no de nosotros.

La próxima vez que se nos ofenda o se nos humille, recordemos que se está humillando al viejo hombre, que debe seguir descendiendo hasta que la vida de Cristo resucitado se haga manifiesta en nosotros; así que no tenemos por qué contestar con ira, ni demos lugar a que el viejo hombre se defienda, pues éste está viciado y debe quedar en la cruz. Lo mejor es que manifestemos a Cristo, en la nueva naturaleza que hemos recibido, para que Él crezca y nosotros mermemos.

La vida de Cristo manifiesta en nosotros no permitirá que contestemos con ira, no se llenará de orgullo, ni de venganza, tampoco se sentirá frustrado o lleno de motivos; solo responderá con amor, mirará con compasión, resistirá con carácter y tendrá dominio propio, para no dejar que su humanidad pida a Dios algo que haga daño a quienes mejor debe salvar o dar ejemplo.

Esa nueva naturaleza en nosotros, esta nueva realidad de Cristo en nosotros, debe ser revelada por el Espíritu para que la entendamos, pero está en todos los que hemos recibido a Cristo, a disposición; no demoremos entonces en usar las riquezas de su gracia con las que hemos sido enriquecidos, tomando el camino a la exaltación que es el camino descendente: “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Mateo 23:12).   Oración.

«Padre, unido a Cristo ya no vivo yo, por tu Espíritu revélame profundamente esta nueva vida que tengo en Él, para que mi viejo hombre sea crucificado, pueda entonces reflejar en mí los atributos de Cristo, su amor, su paciencia, todo el fruto de tu Espíritu, para gloria de tu nombre, en el precioso nombre de Jesús, amén.

miércoles, 19 de marzo de 2025

El fuego ardiente

 


El fuego ardiente

 “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.”, Jeremías 20:7-9

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”, Hebreos 4:12

La palabra de Dios es tan fuerte que el profeta no puede acallarla, aunque esto signifique para él mismo ingratitud, rechazo o burla de parte del pueblo a quien dirige el mensaje enviado por Dios.

Me sedujiste, es la declaración que expresa que el resplandor de su gloria por medio de la revelación de su Palabra es mucho más grande y fuerte que su misma humanidad, que su propio yo. Es decir, que la relevación de la Palabra le hizo entender lo que él en su propia lógica no entendía y ahora tenía que comunicarlo al pueblo, para que este se arrepintiera.

Ahora a nosotros se nos ha predicado el evangelio, y debemos estar más atentos que nunca, a escuchar y atender; porque lo que se dice cambia el rumbo de nuestra vida, y nos transforma profundamente, pero ha de ser revelado a nosotros por su Espíritu, porque en nuestra carne no entendemos, “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Corintios 2:14)”.

Este fue el designio de Dios, que por el mensaje del evangelio de la gracia de Dios en Cristo, fuésemos salvos creyendo en él y no con nuestro razonamiento natural: “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios 1:21), y esta locura de la predicación es a la que debemos estar atentos; esta palabra que es capaz de entrar hasta lo más profundo de nuestro ser, dividir lo espiritual de lo que está en nuestros pensamientos, emociones y voluntad; es capaz incluso de revelar la verdadera intención de nuestro corazón, y nos arde por dentro para hacer en nosotros aquello para lo cual fue enviada por Dios. No podemos callarla, pues su palabra es antorcha que alumbra en medio de la noche más oscura. (2 Pedro 1:19)

El Señor nos confronta cada día con las sagradas escrituras, porque quiere quebrantar nuestro duro corazón: “ ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?“ (Jeremías 23:29), así que estemos atentos, escuchemos verdaderamente, dejémonos seducir por su voz y que en nuestro corazón fluya el fuego ardiente de su palabra de verdad por su Espíritu Santo.  Oración.

«Padre, quiero estar atento a tu Palabra, porque es espíritu y es vida, porque por medio de Jesús me diste tu Espíritu para revelarme tus principios de vida, tu plan maravilloso en Cristo, que no podía entender ni comunicar en mi propia carne, sino andando diariamente en tu Espíritu, para reflejar la vida de Cristo en mí. Amén

martes, 18 de marzo de 2025

Una búsqueda de la verdad

 


Una búsqueda de la verdad

 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”, Juan 14:6

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, Juan 8:31-32

En una búsqueda de la verdad, científicamente, se deduce que la verdad debe ser consistente, coherente y razonable. También que se debe poder experimentar y comprobar; sin embargo, la verdad no es una filosofía, no es una ideología, la verdad no es relativa, aunque se prueba en marcos contextuales; sino que la verdad es una persona viva, él es la verdad en sí mismo, es Jesucristo.

Tuve un encuentro personal con Jesús que me cambió la vida, me dio propósito, sentido a mi vida y paz. Se me mostró por su misericordia, que todo lo que yo creí no tenía correspondencia con la realidad, aunque parecía deslumbrante. Por ejemplo, entendí que el mundo no giraba en torno a mis deseos personales, que yo no era realmente libre de decidir mi propia vida, porque estaba esclavo de mis deseos pecaminosos, de un mal interior que me llevaba a hacer el mal que no quería hacer. El pecado me tenía esclavo, y en mi propia fuerza, conciencia o concentración mental no podía ser libre.

Puesto que mi vida era ilusoria, encontré en su Palabra toda la evidencia de un diseñador amoroso y libertador:

“Mi embrión vieron tus ojos,

Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas

Que fueron luego formadas,

Sin faltar una de ellas.” Salmos 139:16 (Salmos- 700 años aprox. AC)

¿Cuál es ese libro en el que estaban escritas todas las cosas que luego de mi fueron formadas?

Respuesta: El libro de la vida. Este libro, no solo contiene los nombres de los salvos, sino también la información genética, su creación, su desarrollo, su genética espiritual, todas sus obras, teniendo en cuenta que Dios es el creador y sustentador de la vida. (Apocalipsis 20:12)

En cuanto al ADN, la definición formal de la ciencia es que es el ácido desoxirribonucleico, el cual es un ácido nucleico que contiene las instrucciones genéticas fundamentales para el desarrollo, funcionamiento y reproducción de todos los seres vivos. No es coincidencia que esta definición moderna, sea muy parecida a la definición que tiene más de 2700 años de escrita en la Biblia.

Datos organizados y programados por el Diseñador, Arquitecto y Programador de nuestra alma, pero que no nos hizo robots, sino que nos dio capacidad de decidir, de buscar la verdad, de ver en su creación su magnificencia, su poder y evidencias tangibles de su sabiduría.

Donde hay datos e información ordenada, esto ilustra la improbabilidad de que la vida (o estructuras complejas como proteínas o ADN) se formen puramente por azar, porque tienen mecanismos informáticos sofisticados que solo pueden venir de una mente fuera del tiempo, de aquel que es el camino, la verdad y la vida: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:16). ¡Jesucristo!    Oración.

«Padre, mi búsqueda de la verdad me llevó a un camino infructuoso y sin esperanza, pero me encontraste, bajaste del cielo a la tierra, enviando a tu Hijo, en semejanza de carne, pero sin pecado, y condenaste mi pecado en su carne, para que ahora por medio de la fe yo fuese liberado. ¡Vivo ahora para tu gloria! En el nombre de Jesús. Amén.