Confusión vs. Claridad. Parte 2
“Entonces envió el rey allá gente de a caballo, y carros, y
un gran ejército, los cuales vinieron de noche, y sitiaron la ciudad. Y se
levantó de mañana y salió el que servía al varón de Dios, y he aquí el ejército
que tenía sitiada la ciudad, con gente de a caballo y carros. Entonces su
criado le dijo: ¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?” 2 Reyes 6:14-15
En el devocional del día de ayer terminamos viendo cómo el
siervo de Eliseo experimentó confusión al escuchar y ver, por un lado, al
ejército Sirio y sus caballos, y por el otro a Eliseo manifestando que no
estaban solos, que no tuviera temor pues más eran los que estaban con ellos (2
Reyes 6:14-15). Me imagino a este siervo confundido, angustiado, sin tener
claridad sobre lo que debía hacer o en quién confiar, hasta que Dios mismo le
permitió ver esa realidad espiritual (2 Reyes 6:17). Al igual que aquel hombre
nosotros también en ocasiones nos hemos visto rodeados, “solos”, cansados y
confundidos por una aparente “realidad” que nos muestra que estamos acabados,
que ha llegado nuestro fin. El problema de esta confusión está en que ella
misma nos conducirá a la rendición, a bajar las armas y decir: “no puedo más”,
y eso es lo que quiere el enemigo, hacernos rendir para devorarnos. Pero ¿qué
es lo que nos dice el Señor?: “que estamos atribulados en todo, mas no
angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados;
derribados, pero no destruidos;” (2 Corintios 4:8-9).
Hermanos, Dios es el único con la capacidad de darnos
claridad para saber cómo enfrentar una batalla o situación difícil, para ello
Él mismo iluminará nuestros corazones (pensamientos y sentimientos) con la luz
de Su Palabra haciéndonos entender y mostrándonos, por medio de ella, el camino
que en todo tiempo debemos seguir (Salmos 32:8). Así que no nos desanimemos,
continuemos firmes en Él, pues como lo manifiesta 2 Corintios 4:17-18 “Porque
esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente
y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que
no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, PERO LAS QUE NO SE VEN SON
ETERNAS. Oración.
«Señor Jesús, eres el único capaz de darme claridad y de
iluminar mi entendimiento, eres el único Camino, la Verdad y la Vida, el único
que me conduce al Padre. Señor no quiero dejarme confundir por el enemigo, pues
Tu voz es peculiar, es incomparable, por eso te pido Espíritu Santo de Dios, Tú
quien eres mi Ayudador, que me guíes a toda Verdad, a todo lo que me lleve a
Jesucristo. Amén.
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