Leche espiritual no adulterada
“desead, como niños
recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis
para salvación,”, 1 Pedro 2:2
Solo imaginemos que llegamos a los dos años de edad, pero en
vez de tomar ya algún alimento sólido seguimos tomando leche materna, luego
pasan 5 años y seguimos con el mismo alimento, ¿esto será beneficioso o
aconsejable? De ninguna manera, por un proceso natural el niño necesita
alimento sólido que ayude en el desarrollo, que le ayude a enfrentarse a nuevos
retos en su vida natural.
Así mismo, nuestro crecimiento espiritual es una necesidad
fundamental del creyente, porque es una relación orgánica en la nueva vida que
recibimos de Cristo y así como el bebé recién nacido depende absolutamente de
la madre y de la leche materna para un crecimiento natural, sano y saludable;
así mismo nosotros necesitamos del alimento espiritual no adulterado: La
palabra revelada por el Espíritu.
Pero si hay leche espiritual no adulterada, significa que
también puede haber leche adulterada, que no beneficia nuestro crecimiento.
Por esta razón Pablo exhorta a los Gálatas “Estoy maravillado
de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo,
para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que
os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo” (Gálatas 1:6-7).
Así que estamos llamados a persistir en permanecer en el
verdadero evangelio de la gracia de Dios, que por revelación nos demuestra como
nos explica Hebreos 5:11-14 que debemos madurar hasta volvernos expertos por
ejercitar los sentidos en el discernimiento del bien y del mal, pasando más
allá de la leche espiritual y tomando el alimento sólido, ¿qué debemos hacer entonces
para madurar? Conocer, permanecer y esforzarnos en la gracia.
. Oración.
«Padre, anhelo la leche espiritual no adulterada, para crecer
y ser instrumento en tus manos, por eso te pido me reveles a Cristo plenamente
en mi vida para que tu palabra sea viva en mí, también para no ser engañado y
vivir esa vida plena, para gloria de tu nombre, Amén
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