Engañados
“Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la
mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad,
sino que se complacieron en la injusticia. Pero nosotros debemos dar siempre
gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios
os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación
por el Espíritu y la fe en la verdad”, 2 Tesalonicenses 2:11-13
“Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de
vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha
permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de
suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira” Juan 8:44.
Jesús denunció este mal que opera en quienes lo rechazan: que
el maligno los influencia y usa de tal manera, que tiene enceguecidos sus
sentidos y no perciben la verdad; engaña descaradamente, envuelve mentiras en
verdades de manera sutil, utiliza la expresión de la carnalidad del hombre para
llevarlo a ejecutar sus deseos. Por eso el apóstol Santiago responde una
pregunta que diagnóstica el estado del ser humano: ¿De dónde vienen las guerras
y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten
en vuestros miembros? (Santiago 4:1).
Pero en los que creemos ha habido un cambio fundamental, nos
fue dado un regalo que no merecemos, pero que es el tesoro más importante de
todo lo creado: a Cristo mismo, recibimos su vida eterna por medio de la fe en
el evangelio: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con
el Espíritu Santo de la promesa” (Efesios 1:13)
Pero también en nosotros los que creemos, el maligno tiene un
aliado que abre la puerta para que él entre: Nuestra carnalidad, lo que fue
heredado de Adán, ese viejo hombre que no puede hacer la voluntad de Dios. Pero
el evangelio nos enseña que hay otro poder, más grande y maravilloso actuando
en nosotros para liberarnos y hacer que haya más de Cristo, menos de nosotros:
Su gracia, Cristo mismo en cada creyente (Juan 3:30, Romanos 6:14).
Los que están en oscuridad necesitan escuchar claramente el
mensaje de salvación, pero ¿cómo? en la expresión misma de Cristo, a través de
los hijos de Dios, que debemos madurar y entender qué es lo que nos ha sido
otorgado y estamos llamados a dejar la carnalidad para no ser engañados y
llevar el mensaje en el poder de su Espíritu Santo. ¡Es urgente madurar en
Cristo! Oración.
«Quién como tú mi Padre, que nos has perdonado y liberado de
las cadenas del pecado y el maligno por la gracia de Cristo, nos has dado tu
amor por el Espíritu que mora en nosotros y tu luz ha iluminado la oscuridad,
ayúdanos a permanecer en Cristo, en la vida verdadera, para hacer tu voluntad y
no ser engañados por las mentiras del maligno que roba, mata y destruye. Amén.
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