La verdadera adoración al Padre
“Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos
adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre
tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en
espíritu y en verdad es necesario que adoren” Juan 4:23-24
“Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad
nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que
nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado
preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser
participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay
en el mundo a causa de la concupiscencia; ” 2 Pedro 1:3-4
La adoración es obediencia, pero la carne no puede obedecer,
el alma por sí misma tampoco.
Es solo por el accionar dinámico del Espíritu Santo, en unión
íntima con mi espíritu, que puedo adorar al Padre.
Esta es la verdadera adoración, que Cristo, que es el único
capaz de obedecer y el que obedeció completamente al Padre, ahora se exprese
colocando en mí el querer como el hacer por su buena voluntad. (Filipenses
2:13)
Cristo solo quiere hacer la voluntad del Padre, entonces
cuando voy a la cruz cada día y me niego a mí mismo, me despojo del viejo
hombre, emerge de manera natural y espontánea “Cristo en mí”. La nueva
naturaleza divina.
No soy yo tratando de hacer como Cristo, ni de servir a Dios
en mi fuerza; Dios no necesita nuestro servicio de esa manera, sino a su
manera, que es Él actuando en nosotros; nosotros somos instrumentos donde Él
obra; porque si no es Dios el que edifica, en vano construyen los edificadores.
(Salmos 127:1, Hechos 17:23-25, Hechos 9:15).
Por esta razón, el Señor Jesús, increpa a los que le dicen
“Señor, Señor”, pero no hacen la voluntad de su Padre, ya que solo en el Hijo,
podemos hacer su voluntad, porque el único que hace la voluntad del Padre es el
Hijo. Su manifestación en nosotros para su gloria, es la voluntad de Dios.
(Mateo 7:21-23)
Miremos que los descritos en el anterior pasaje de Mateo,
servían en el nombre de Jesús, pero Cristo no los conocía; entonces, nos debe
ser revelada esa vida, que da vida a nuestro espíritu. Hermanos, es el Hijo
quien nos revela al Padre y así podemos adorarle en espíritu y verdad (Mateo
11:27)
Solo en la nueva naturaleza divina, de la cual somos
partícipes por medio de sus preciosas promesas, es que puedo expresar o
manifestar la vida eterna. Cristo en mí, la esperanza de gloria y con él todas
las cosas, pues todas las promesas en él se cumplen en nosotros. (2 Pedro
1:3-4, 2 Corintios 1:20) Oración.
«Padre, sé que el conocimiento de Cristo en mí es
extraordinario, pero incomprensible en nuestra propia mente, te ruego nos
ilumines, para que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del
Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo, para gloria de tu santo nombre, amén.
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