Vendaje a los quebrantados
“El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me
ungió Jehová; me ha enviado… a vendar a los quebrantados de corazón,” Isaías
61:1 (a y c)
Cuando leo parte de este pasaje es inevitable no pensar en lo
que hacían los pastores con sus ovejas cuando alguna de ellas se enredaba en el
alambrado y se lastimaba, me imagino que las tomaban y las llevaban a su hogar
y con sumo cuidado iniciaban la curación, despejando la zona para poder
desinfectarla y aplicar el ungüento que evitaría que se generara o esparciera
una infección, por último el pastor procedería a poner la venda para que toda
la curación surgiera su efecto y terminara sanando aquella herida por completo
¿Por qué menciono todo esto? Porque, de la misma manera, con sumo cuidado,
nuestro Pastor Jesucristo ha tomado nuestros corazones, los ha limpiado, ha
aplicado el ungüento de Su palabra (ungüento que es más poderoso que cualquier
antibiótico que pueda existir) y nos ha vendado hasta que nuestras heridas,
tanto físicas como en el alma, sanen. Dichas heridas en nuestro corazón
vinieron a causa del pecado, pues al no estar con nuestro Pastor Jesucristo
sino por fuera del redil, lastimosamente experimentamos cosas que no debimos y
que terminaron matando, robando y destruyendo nuestras ilusiones, pensamientos,
etc.
Lo anterior me recuerda a una ovejita perdida por 5 años,
cuando la encontraron se dieron cuenta que estaba muy sucia, tenía heridas y
una gran cantidad de lana (35 kilos). Dicha lana tapaba su cara y al no poder
ver bien no se pudo alimentar de manera correcta lo que la llevó a la
desnutrición, para rematar, esa cantidad de peso terminó afectando sus patas.
Digamos que de la misma manera nos sucedió a nosotros, fuimos encontrados por
el Señor: sucios, cargados de pecado y con heridas en el alma, pero de una
manera extraordinaria Jesús nos renovó, tanto así que hoy podemos asegurar, por
la fe en Cristo, que ya no vivimos nosotros sino Cristo en nosotros, esto nos
indica que somos nuevas criaturas y que ahora que nuestro corazón ha sido
curado y vendado por el amor del Señor podemos ir a otros y predicar que en
Jesús toda herida puede ser sanada. Oración.
«Señor gracias por venir al mundo a vendar todas aquellas
heridas que pecando me provoqué. Cada vez que profundizo en tu Palabra me
siento honrado, privilegiado al conocerte, pero sobre todo muy amado. Permíteme
ser un instrumento en tus manos para llevar a otros este mensaje de sanidad.
Amén.
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