Más amor para compartir
“Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios
permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que
Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor,
permanece en Dios, y Dios en él.” 1 Juan 4:15-16
“Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros
amarnos unos a otros. Nadie ha visto jamás a Dios. Si nos amamos unos a otros,
Dios permanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros.” 1 Juan
4:11-12
La manifestación de amor de Dios para con nosotros en Cristo
Jesús, es un regalo que estamos llamados a disfrutarlo, pero también a
compartirlo. Es tan poderoso el impacto que tiene el amor de Dios en las
personas que de nuestra parte lo reciben que, dice la Palabra, es como si a
través de nosotros Dios se les estuviera revelando. El amor de Dios, por su
puesto, es tan contrario o diferente al amor humano o el que profesa el mundo,
que cuando lo compartimos o lo extendemos a los demás, sin duda se reconocerá
que es un amor que solo puede provenir de Dios.
Es por esto que, en nuestras fuerzas o en nuestra naturaleza
carnal nos es imposible manifestar este amor, puesto que, la naturaleza
pecaminosa está viciada o corrompida de tal manera que cuando ella recibe mal
también da mal, cuando se ofende ella también ofende o busca venganza; guarda
rencor, grita, se irrita, le gusta mentir, le gusta robar, es egoísta,
envidiosa, vanidosa, entre otras; y todo esto es contrario a lo que Dios en su
Palabra dice que es el amor, puesto que “El amor es sufrido, es benigno; el
amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada
indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la
injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo
espera, todo lo soporta.” (1 Corintios 13:4-7).
La buena noticia es que ahora cada creyente en Cristo Jesús,
ha sido llenado con el amor de Dios en su corazón por el Espíritu Santo
(Romanos 5:5), Espíritu Santo que cuando permanecemos en comunión con Él, nos
fortalecerá e impulsará ya no a actuar según nuestra propia sabiduría,
costumbres o vicios, sino según la verdad de Dios. Así que, ser intencionales y
constantes en buscar comunión con el Espíritu Santo a través de los diferentes
medios, como la oración y la Palabra de Dios, nos llevará indudable y
genuinamente a reflejar o manifestar en nuestra vida y con nuestro prójimo las
virtudes de su fruto, entre ellas, la primera y de las más importantes: el amor
(Gálatas 5:22-23). Oración.
«Padre, gracias por tu Espíritu, sin Él nada bueno en mi vida
sería posible y constante; gracias Señor, por enseñarme cada día a permanecer
en ti, en tu presencia y en comunión con tu Espíritu, pues he podido ver cómo
mi manera de pensar, sentir y actuar que estaba viciada por el mal, se va cada
día debilitando y transformando, de modo que genuina y sinceramente puedo tu
amor compartir y reflejar, amén.