sábado, 2 de agosto de 2025

Un corazón que construye puentes

 


Un corazón que construye puentes

“Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos. Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti”, Marcos 5:17-19

“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.”, Ezequiel 36:26

Cuando el Señor Jesús libera al endemoniado gadareno, ocurren dos cosas que contrastan el efecto que produce el evangelio: unos al ver lo sucedido, lo rechazaron y le pidieron que se fuera de esos lugares, (prefirieron seguir con sus vidas cómodas cuidando cerdos); pero el que fue liberado “le rogaba que le dejase estar con él”. En otros pasajes recordamos cómo el Señor al pedir que lo siguieran, muchos no quisieron hacerlo (Marcos 10:21-22), pero este hombre que había estado endemoniado, le rogaba estar con él; esto nos dice claramente de un hombre que verdaderamente no se quedó solo con el milagro, sino que se quedó en su corazón con el que los produce. También podemos observar este contraste cuando Jesús sana a 10 leprosos pero sólo uno regresa a dar gloria a Dios y se va con Jesús en su vida, pues él mismo le confirma “tu fe te ha salvado” (Lucas 17:17-19).

Lo anterior nos lleva a entender que la escritura da testimonio de que nadie puede decir Señor a Jesús, sino por el Espíritu, entonces la única manera de que nosotros podemos dar testimonio, es porque tenemos al Espíritu en nosotros, pues llamar a Jesús «Señor» (griego: Kyrios) significa adorarlo y someterse a Él, aceptando Su deidad y autoridad total sobre todo, incluida nuestra propia existencia. (1 Corintios 12:3)

El hombre gadareno se negó a sí mismo, para querer profundamente “estar con él”, y luego vemos cómo obedeciendo el mandato de Jesús, fue a publicar lo que el Señor había hecho con él, no le dio vergüenza compartir su testimonio. ¿Por qué a veces nos da vergüenza compartir nuestra fe?

Nosotros hemos creído en Jesús porque escuchamos el testimonio de alguien más, y por fe en Cristo, nuestro corazón ha sido cambiado, cumpliéndose Ezequiel 36:26: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.”

Ese nuevo corazón, que tiene a Cristo, es el puente para que otros lo conozcan, pues contiene una nueva mente, la mente de Cristo. Un sentir nuevo, el sentir de Cristo y una manera de hacer radicalmente diferente: la obediencia de Cristo en mi. Así que nuestro corazón nuevo es el puente para que otros conozcan a Jesús, no tardemos en mostrarlo a otros (1 Corintios 2:16, Filipenses 2:5-8, Romanos 5:19).  Oración.

«Padre, me has colocado en Jesús por medio de la fe, unido por medio del Espíritu, me has dado un nuevo corazón para que sea visible a otros, la mente de Cristo, el sentir de Cristo y el amor en acción de Cristo, para que te conozcan de manera personal, a través de mi vida, para gloria de tu nombre, amén.

viernes, 1 de agosto de 2025

Construyendo puentes

 


Construyendo puentes

“sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”, 1 Pedro 3:15

En la escritura encontramos el testimonio de una liberación extraordinaria. Un hombre estaba poseído por una legión de demonios (una legión romana podría tener entre 4,200 y 6,000 soldados), y tiene un encuentro con Jesús, quien lo libera y envía los demonios a unos cerdos, quienes se precipitan al mar y se ahogan.

Y vienen los que apacentaban los cerdos y ven al hombre que había estado endemoniado sentado, vestido y en su juicio cabal y tuvieron miedo. El hombre le pidió a Jesús que lo dejara estar con él, como dice Marcos 5:18 “Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él.”

Pero Jesús hace algo que nos deja intrigados, en el versículo 19 le dice “Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.” (Marcos 5:19)

Entonces vemos cómo en el versículo 20, el hombre liberado empieza a hacer la misión encomendada: “Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban”.

Este hombre tendió puentes entre él y su comunidad para que conocieran a Jesús, a través de su testimonio personal. Pues todos habían sido testigos de un hombre que moraba en los sepulcros y que no podían amarrarlo ni aun con cadenas, pero ahora observaban a un hombre tranquilo, transformado, que hablaba de Aquel que podía liberar verdaderamente.

Pero el punto de esta historia, es saber que nosotros, luego de creer en Jesús, podemos tender puentes para que los que nos rodean conozcan a Jesús, contándoles cuán grandes cosas ha hecho el Señor con nosotros.   Oración.

«Padre, que ahora mi vida nueva en Cristo sea evidencia y el puente que comunique a otros con tu amor; que cuando conozcan la expresión del fruto de Cristo en mi vida, puedan tener un encuentro real contigo, para gloria de tu nombre, amén.

Entonces, ¿cuáles son esas grandes cosas que el Señor ha hecho por ti? Ve y cuéntales a los tuyos cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti; cuando las personas crucen ese puente encontrarán algo extraordinario: cómo por la fe se te ha otorgado gratuitamente una esperanza de vida eterna, Cristo en ti.