Cristo en mí
“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad,
para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como
también a mí me has amado.”, Juan 17:23
“En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y
vosotros en mí, y yo en vosotros.”, Juan 14:20
Qué profundo cuando el Señor declara “vosotros en mí, y yo en
vosotros”, y antecede esta declaración con “en aquel día”, ¿a qué día se
refiere? Al día en que se cumpliera la petición de Cristo al Padre de “Otro
consolador”, para que estuviera con nosotros para siempre: “el Espíritu de
verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero
vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan
14:17). Luego de su muerte y resurrección, cada uno de nosotros que cree en
esta buena noticia, en su obra de amor por nosotros, recibe al Espíritu Santo y
es sellado con él. Cristo mismo por medio de su Espíritu viviendo en nuestro
interior. Por esto dijo a sus discípulos “mora con vosotros” y “estará en
vosotros”.
Este es el cumplimiento de “No os dejaré huérfanos; vendré a
vosotros.” (Juan 14:18), una promesa y un ruego de Cristo, que cambia nuestra
vida para siempre. Somos insertados por medio de la fe, en la vid verdadera que
simboliza a Cristo, para estar unidos a él, como él está en el Padre, esta
comunión se extiende a nosotros; por esto somos llamados hijos de Dios tal como
Cristo. Se cumple lo que dijo Jesús “Yo en ellos, y tú en mí”. Y como somos
todos unidos a él, hay una perfecta unidad.
Cristo se dio así mismo, y en un momento dado experimentó el
no estar en esa comunión con el Padre, cuando fueron colocados nuestros pecados
en él, y gritó “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?” para que
nosotros no experimentemos la separación eterna del Padre; cuando resucita, su
victoria confirmó lo que nos fue dado: “dando fe a todos con haberle levantado
de los muertos.” (Hechos 17:31).
Hermanos nuestra fe no es vana, es real, Cristo resucitó y
por fe, al creer firmemente en esta esperanza verdadera, somos puestos en unión
con Cristo resucitado a través de su Espíritu Santo, para vivir en la gracia
del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo. (2
Corintios 13:14) Oración.
«Padre amado, ahora puedo entrar al trono de gracia para
recibir tu oportuno socorro, tu Santo Espíritu en mí confirma que soy tuyo
gracias a la obra de Jesús y que estoy llamado a expresar esta comunión a
través del amor a mis hermanos de la iglesia, para que el mundo sepa que tú
enviaste a Cristo a morar en mí. Amén
No hay comentarios:
Publicar un comentario