Moisés. La excusa de la lógica (Éx 4.13)
«—Señor —insistió Moisés—, te ruego que envíes a alguna otra
persona. La respuesta de Dios ubica a
Moisés frente al creador de todo, como lo es también de su boca, su lengua, su
paladar. El Señor, soberano sobre todas las cosas, también decide mostrar su
gloria a través de un hombre que no es elocuente a la hora de hablar. Cuando Moisés acaba de enumerar sus propias
dudas sale a la luz el verdadero problema: sencillamente no quiere ir. No
quiere dejar el lugar ni la vida donde está. Todas sus excusas no eran más que
una cortina para «esconder» esta realidad que no quería afrontar. Su último pretexto se basa en la lógica y la
razón. «La verdad, ¡hay gente mejor que yo, más santa, más preparada, más
capacitada, menos pecadora, con más fe, con más experiencia!» El Señor, sin
embargo, no escoge según nuestros criterios de quién es apropiado, sino los de
él. En el fondo, es precisamente la debilidad del siervo la que permite que el
poder de Dios se manifieste en toda su gloria.
Con su respuesta Dios (Éx 4.14) deja en claro que su
paciencia tiene un límite. Nuestras interminables excusas pueden encender su
ira.
Conclusión
La voluntad de Dios prevaleció y Moisés terminó
representando los intereses del Creador del universo ante el faraón. Recorrió
un camino con muchas luchas, pero fue testigo de una de las más asombrosas
victorias operadas por el Señor en favor de su pueblo. Al final, porque se
animó a creer al Señor, se convirtió en uno de los profetas más distinguidos de
la historia de Israel.
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