¿Eres un Elí o un Samuel?
1° Samuel 3:1
El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y
la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con
frecuencia.
Somos hijos de Dios, y como tales se nos ha dejado al
Espíritu Santo para que podamos comunicarnos con Dios. Ahora podemos escuchar
la voz de Dios porque somos sus ovejas y Él es nuestro Pastor. Lamentablemente
muchas veces nos damos cuenta que hemos dejado de percibir su voz. No que Dios
no quiera hablar, El siempre está interesado en hablarnos, pero por ciertas
razones dejamos de escuchar Su voz.
El dejar de depender del Espíritu Santo es peligroso porque
comenzamos a depender de nuestra alma y de lo que hemos aprendido
religiosamente, lo cual nos puede llevar a caer en el humanismo, el legalismo o
misticismo.
Estos son tiempos de mucha confusión y eso es peligroso
porque mucha gente corre a oír diferentes maestros que el pueblo escucha. Son
Elís que ya no tienen nada que decir porque tampoco escuchan voz de Dios.
Ahora, el Señor está trayendo un despertar a su iglesia, lo cual incomoda a
muchos porque no nos gusta cambiar lo que estamos acostumbrados a hacer por
algo nuevo, nos hace sentir incómodos.
En el libro de Samuel 3:1 dice en esos tiempos las visiones
no eran frecuentes (en el tiempo de Samuel).
2 Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su
aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver,
comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver,
3 Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde
estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada,
4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí.
5 Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me
llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y
se acostó.
6 Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose
Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo
mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate.
7 Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de
Jehová le había sido revelada.
8 Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se
levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces
entendió Elí que Jehová llamaba al joven.
9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás:
Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su
lugar.
10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces:
¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.
Enfoquemos a los personajes Elí y Samuel a nuestra propia
vida. No veas al Elí de la Biblia, sino al que está en ti. "Elí es un
sistema", un sistema pasado que ya no se puede aplicar al tiempo presente
de Dios, porque en el sistema de Elí ya no se escucha la voz de Dios, sino la
tradición, la palabra que se trata de acomodar a los noticieros, un querer
agradar al pueblo y no se aplica la palabra viva de Dios. Por lo tanto, es
importante que antes de oír a los Elís de nuestro tiempo, oigamos la voz de
Dios. Él desea enseñarnos la necesidad de escuchar Su Voz, no de atenderlo que
viene de lo humano.
A nuestro oído le es más fácil escuchar que alguien nos
diga: ¡"Así dice el Señor"! Que nosotros tengamos la sensibilidad
para poder oír voz de Dios. Muchas veces Dios nos esta hablando y pone un
pensamiento de Él en nuestra mente, tú sabes que eso no proviene de ti, pero te
sientes inseguro y dudas si estas escuchando voz de Dios o si es algo tuyo.
Acostumbrarnos a oír voz de Dios no es fácil ya que nos hemos acostumbrado a
oír voces como la murmuración, la voz del enemigo, la voz de nuestra alma y al
oír tantas voces llega un momento en el que cuesta diferenciarlas.
Samuel nos habla de un sistema diferente, un despertar, un
cambio, en el cual la voz de Dios se escucha para traer cosas nuevas a Su
iglesia. En estos tiempos Dios está trayendo un avivamiento para los que tienen
oído para oír. El principio de lo nuevo solamente va a existir cuando
escuchemos Su voz, Isaías: 43 "No os acordéis de las cosas pasadas, ni
consideréis las cosas antiguas, he aquí yo hago una cosa nueva y pronto surgirá
no la conoceréis otra vez, os haré un camino en el desierto y un río en el
sequedal". El Señor estaba diciendo a Su pueblo: "Olvida lo que queda
atrás para que tengas capacidad de recibir lo nuevo". Cuando hablamos de
un sistema no hablamos de algo que no funciona. Porque Elí tuvo su tiempo en el
cual fue usado como instrumento de Dios para el pueblo. Elí era un hombre que
escuchó la voz de Dios en un tiempo. Durante ese tiempo el pueblo tuvo voz de
Dios, pero en el momento en que dejaron de oír Su voz se produjo un ambiente de
confusión. La confusión es producto de haber perdido la sensibilidad para oír
voz de Dios y el pueblo esta escuchando voz de hombres porque los ministros
también. Es importante presentarnos delante de Dios y esperar algo nuevo, para
eso es necesario apartarse de lo viejo.
Dios es un Dios de cambios, Dios no cambia en su carácter,
naturaleza, ni verdad, pero cambia a través de los tiempos para poder ejercitar
una influencia en la humanidad. Somos llamados a caminar con guianza, Él dejó
al Espíritu Santo para guiarnos a toda verdad, pero hay que entender que no
podemos quedarnos en lo de antes porque eso impedirá ver lo nuevo.
Elí no oía la voz de Dios, pero la entendía y Samuel la oía
pero no la entendía, se necesitó que ambos platicaran para que en Samuel
pudiera darse un cambio. Pareciera que estamos atacando un sistema viejo, pero
no, lo de atrás tuvo su funcionalidad "Uno no puede ser fiel a lo que va,
sino reconoce de donde ha venido"
Era necesario para Samuel que hubiera un Elí que le
explicara (1a. Samuel 3:10)
Samuel sabía muy bien que si Elí iba a morir y que él debía
esperar a que Dios lo quitara para actuar. Pues no le correspondía a él cambiar
el sistema ni eliminar a Elí, sino a Dios. No podemos atacar a los Elís, sino
esperar que el Señor de lo que va a venir, algo nuevo y Él se encargará de
quitar a Elí. "Dios no está buscando bocas, sino oídos". Si nos
preocupamos por oír voz de Dios, no estaríamos esperando un avivamiento,
estaríamos en avivamiento.
Dios te bendiga…
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