No vuelvo
atrás. Primera parte
“Jesús les
dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que
en mí cree, no tendrá sed jamás”. Juan 6:35
“El espíritu
es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he
hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen.
Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién
le había de entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí,
si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos
volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce:
¿Queréis acaso iros también vosotros? Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién
iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Juan 6:63-67
El verdadero
pan del cielo nos fue dado en Jesucristo, por eso debemos ir a Él con la plena
certeza de que calmará nuestra hambre y nuestra sed espiritual. Sin embargo,
así como en tiempos de Jesús la mayoría de las personas sólo querían satisfacer
sus necesidades materiales y forzaban al Señor a ser un líder terrenal que les
resolviera todas sus expectativas económicas, políticas y religiosas; cuando Él
no estuvo dispuesto a complacerlos, lo rechazaron. Hoy también muchos no
entienden que Él es el Pan de Vida para el espíritu y el alma, lo rechazan y se
niegan a creer.
Mientras que
los Israelitas comieron el maná y murieron, Cristo promete que quién come de Él
viviría eternamente, tanto espiritual como físicamente. Cristo es el que da
vida y restaura nuestra relación con Dios y esa vida comienza aquí y ahora,
porque Él “tiene la vida eterna”. Como dice Juan 6:54 “El que come mi carne y
bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”. Este
lenguaje les resultó a muchos muy difícil de entender porque tenía un sentido
espiritual que aludía a su muerte en la cruz y no había otro modo de lograr la
salvación para los hombres si no era dando su vida por ellos.
Entonces
hermanos, “comer y beber” sirve para enfatizar el grado de intimidad que
tenemos con el Señor, habla de nuestra relación personal con Él. En nuestra
vida diaria cuando comemos o bebemos algo, eso no sólo aporta energía y vida a
nuestro organismo, sino que forma parte inseparable de nosotros mismos. Y de la
misma manera, cuando creemos en Cristo, somos unidos con él en una comunión
vital y existencial, de la misma manera que Él está unido al Padre Celestial.
Al oír el
evangelio se repite nuevamente la pregunta de Jesús: “¿Queréis acaso iros
también vosotros?” Será que como Pedro podemos contestarle: “¿a quién iremos?
Tú tienes palabras de vida eterna” Oración.
«Amado
Jesús, tú eres mi única esperanza y garantía de inmortalidad, gracias por haber
descendido del cielo, por ser el maná que sustenta mi vida, quiero permanecer
en comunión contigo cada día, para ser fortalecido en mi espíritu. Ilustraste
por medio del pan la necesidad de creer en ti como aquel que fue enviado por el
Padre para que disfrutara de la vida eterna. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo
último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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